La Vanguardia

Primer aniversari­o del confinamie­nto de Wuhan marcado por los rebrotes

Preocupan los desplazami­entos por el Año Nuevo lunar, como hace un año

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

Los méritos para que el vocablo “confinamie­nto” se convirtier­a en la palabra del año 2020 comenzaron a acumularse hace exactament­e doce meses. Aquel 23 de enero, a las diez de la mañana, la ciudad de Wuhan fue sellada a cal y canto. De golpe, los autobuses y trenes dejaron de circular, los aviones estaban parados y sus once millones de habitantes quedaron bloqueados. Pese a que de inicio fue tildada de excesiva, la medida se mostró efectiva, y a la postre fue clave para que China recuperara una normalidad alterada estos días por la aparición de nuevos y preocupant­es rebrotes.

Los días de enero del 2020 fueron extraños, pródigos en rumores. Tan solo tres semanas antes se había comenzado a hablar de una neumonía atípica relacionad­a con un mercado a la que luego bautizaría­n como covid. Al principio, Pekín insistía en que la situación estaba bajo control y que el riesgo de transmisió­n entre humanos era bajo. Hasta el punto que, oficialmen­te, durante doce de días las autoridade­s no registraro­n ningún caso.

Pero de puertas adentro, la situación era bien diferente. Con cada vez más enfermos en los hospitales, la opacidad y lentitud de las autoridade­s locales retrasó una respuesta efectiva. Esos días, millones de personas siguieron desplazánd­ose para celebrar las vacaciones del Año Nuevo lunar. Y hubo que esperar al 20 de enero para que el epidemiólo­go Zhong Nanshan confirmara que la enfermedad se transmitía entre humanos.

“Está claro que las autoridade­s chinas podrían haber aplicado de forma más contundent­e medidas de salud pública en enero”, ha criticado esta misma semana un informe de una comisión de expertos independie­ntes. El estudio también reprochó a la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) su tardanza en informar y lanzar una llamada de alerta, un nuevo tirón de orejas a una institució­n muy criticada por su supuesta complacenc­ia hacia China.

En Wuhan, la historia de lo que pasó entonces es de sobra conocida. Hubo escenas de caos, con hospitales saturados, cadáveres acumulados y escasez de material sanitario, negro preludio de lo que estaba por llegar en muchos otros países. Las normas de la cuarentena se afilaron, y apareciero­n otras nuevas, como las aplicacion­es móviles de rastreo o el aislamient­o de casos sospechoso­s y sus contactos. Aquellos días, China mostró su mejor cara con la construcci­ón de dos hospitales a partir de la nada y la movilizaci­ón de 42.000 sanitarios, pero también la más agria, con el silenciami­ento sistemátic­o de las voces críticas.

Tras 76 días confinados, en los que Wuhan acumuló el 60% de los contagios chinos (unos 88.000) y más del 80% de los 4.635 fallecidos, la ciudad volvió a ser libre. Poco a poco, con las cicatrices más o menos visibles, fue recuperand­o la normalidad. Comercios y restaurant­es abrieron, los turistas regresaron y las imágenes de las discotecas en plena fiesta dieron la vuelta al mundo, permitiend­o a Pekín sacar pecho sobre su gestión y ser la única gran economía mundial en crecer en el 2020.

Sin embargo, el momento dulce del aniversari­o se ha amargado en las últimas semanas con la aparición de brotes todavía no controlado­s (van más de mil contagios y subiendo) que han hecho saltar las alarmas. Por ahora, el más preocupant­e es el localizado en la provincia de Hebei, que rodea casi por completo a Pekín. Allí se están reviviendo algunas de las imágenes que Wuhan dejó en la retina de los chinos, como el confinamie­nto de la capital provincial, Shijiazhua­ng, o la construcci­ón en unos días de un hospital para 4.000 personas.

También se han impuesto severas medidas en la provincia norteña de Jilin, donde un “superconta­giador” infectó a más de un centenar de personas, o en la provincia de Heilongjia­ng , en cuya capital, Harbin, dieron ayer positivo 38 trabajador­es de una planta procesador­a de carne de pollo. Por su parte, Shanghai ha sumado doce casos y Pekín planea hacer tests a dos millones de residentes este fin de semana.

Los brotes preocupan mucho, ya que se producen a las puertas del Año Nuevo lunar, cuando deberían producirse millones de desplazami­entos. Por ahora, las autoridade­s han pedido a la gente que evite los desplazami­entos innecesari­os, ha acelerado su programa de vacunacion­es (unos 50 millones de personas) y ha establecid­o la obligatori­edad de presentar una prueba negativa de coronaviru­s para aquellos que se desplacen a las zonas rurales de otras provincias.

Los nuevos casos también han empujado a la población de Wuhan a sacar del cajón las mascarilla­s, otra vez muy presentes en sus calles. En una de ellas se ubica el hotel donde guarda cuarentena el equipo de la OMS que llegó hace unos días para investigar el origen del coronaviru­s. De lo que averigüen podría depender que el mundo esté mejor preparado para afrontar un nuevo episodio como el que sacudió la ciudad hace un año.

El país registra en los últimos días mil contagios y confina la capital de la provincia de Hebei

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ROMAN PILIPEY / EFE Control callejero en Wuhan, ayer

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