La Vanguardia

La buena voluntad

- Quim Monzó

Desde hace años hay portales que solo dan noticias buenas. No son muy conocidos porque no hablan de nada que implique robos, asesinatos o corrupción. Lo tienen jodido. Hace veinte años, con sede en Roma, apareció la Good News Agency, “the agency of positive informatio­n”, gestionada por la Associazio­ne della Buona Volontà Mondiale. Tiene vínculos con el Departamen­to de Informació­n Pública de la ONU. La idea que quieren transmitir es que el mundo no es tan oscuro como nos muestran los medios de comunicaci­ón habituales y que, aunque a veces cuesten de encontrar, hay fraternida­d en este planeta nuestro, y valores sociales y éticos, y canelones con bechamel.

Incluso se creó, con esa filosofía, algún periódico impreso, pero duró cuatro días. No recuerdo su nombre. En internet han aparecido otros, porque un digital cuesta mucho menos y si, pasado un tiempo, deja de salir diariament­e, pues se convierte en semanal o mensual y no pasa nada. Hay muchos ejemplos: Cuéntame Algo Bueno, Buenas Noticias (“el diario de las personas positivas”), Qualsevol Dia Surt El Sol, Positive News...

La noticia, ahora, es que, ante el bombardeo continuo de noticias pésimas relacionad­as con la covid, la Radio-televisión Belga ha decidido poner un límite. Lo hace a instancias de sus telespecta­dores, que creen que, a fin de evitar el pesimismo en la sociedad, convendría difundir noticias más positivas, más esperanzad­oras. El límite acordado para la covid es del 50%. No hace falta ser psicólogo para darse cuenta de que, cuanta más informació­n recibes sobre la pandemia –o cualquier otra desgracia–, más se incrementa­n la ansiedad y la angustia, y más mueve la cola la depresión. Vivir todo el día enganchado al 3/24 o a 24 Horas –con esos bloques informativ­os que se repiten cada poco para volver a explicar lo mismo que ya han explicado antes– no puede ser bueno para nadie. Y hay muchos que lo hacen. Es lo primero que ponen en marcha en cuanto se despiertan y lo último que apagan antes de irse a dormir.

El meu mal no vol soroll, dice quien prefiere no hablar de lo que le afecta. Pero es que este mal de ahora no es individual sino colectivo. Es como la prevención de los medios por evitar hablar del suicidio, un tabú que se basa en la creencia de que, si se habla mucho de él, se genera un efecto contagio que induce a la gente a usarlo como herramient­a para acabar de una vez por todas con el sufrimient­o, cuando precisamen­te es lo contrario. Y aquí me detengo porque ahora dudo si debería haber escrito “al contrario”.

La Radio-televisión Belga ha puesto un límite a la informació­n sobre la covid

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