Autoayuda
Si la propuesta es honesta, la autoayuda permite un retorno a la intimidad perdida
Desde la antigüedad, el hombre ha desplegado un conjunto de conocimientos dirigidos a ayudarse a sí mismo. Hoy, muchos de estos conocimientos son designados con el vocablo autoayuda. La autoayuda, ya sea en forma de libros, terapias, programas de radio y televisión o en retiros para alcanzar la paz interior, persigue el objetivo de superar la ansiedad, conseguir la confianza en uno mismo o lograr éxitos profesionales y en el campo emocional. Ayudarse a uno mismo se consigue a través de campos como la psicología, la religión, la filosofía, la actividad deportiva o contratando un
personal trainer para superar miedos y limitaciones. Todas estas opciones conducen, según consta en sus anuncios, a superar heridas emocionales, vencer la depresión, ser capaces de respetarse a uno mismo, conocer y aplicar técnicas de respiración y relajación o curarse por medio de la palabra. Este compendium de ejercicios y reglas para alcanzar una vida plena se ha convertido en algo imprescindible para muchos ciudadanos para superar los efectos emocionales consiguientes a la crisis o como válvula de escape al confinamiento físico impuesto por la pandemia. El despertar y reaccionar frente a esta situación les ha permitido escuchar a su voz interior exclamar, esta vez sin interferencias exteriores: ¡cambia de vida!
La cuestión que subyace en esta tendencia cultural es dotar a cada individuo de conocimientos para caminar por el mundo siendo uno mismo y dejar al margen el papel que la sociedad le asigna desde que nace. Desde una orientación filosófica, el filósofo Peter Sloterdijk, en su ensayo Has de
cambiar tu vida, incide en la necesidad de dotarse de un plan de entrenamiento basado en tablas de ejercicios para ponerse en forma y lograr una vida plena, singular y única.
La crítica a los libros de autoayuda se centra en considerarlos superfluos; sin embargo, incluso los más malos y oportunistas inciden positivamente en recuperar el valor de la individualidad frente a la tendencia dominante de considerar que el individuo debe subordinarse a las metas colectivas. Si la propuesta es honesta, la autoayuda permite un retorno a la intimidad perdida, esencial para reconstruir la necesaria diferencia entre nosotros y los otros. Sin advertir esa individualidad que nos es propia, no es posible apreciar la diferencia respecto a los otros. Vista desde esta perspectiva, la autoayuda es revolucionaria, pues cuidarse mejor despierta en los ciudadanos la necesidad de poder gobernarse ellos mismos.