Último adiós a Riverita
El hermano mayor de Paquirri falleció a los 75 años
José Rivera, conocido popularmente como Riverita, falleció el jueves por la noche a los 75 años tras muchos días de lucha contra un cáncer que finalmente no pudo superar. El estado de salud del hermano mayor de Paquirri era muy delicado desde hace tiempo, y su familia lo arropó hasta el último suspiro, hasta el punto de que se fue habiendo cumplido uno de sus principales deseos: ver unidos a sus sobrinos Fran, Cayetano y Kiko Rivera. No fue una tarea fácil. Quizás no tan peligrosa como lidiar con un toro, pero sí un objetivo utópico hace unos años hasta que el hijo de Isabel Pantoja abrió la caja de los truenos e hizo saltar todo por los aires con el enfrentamiento con la tonadillera. Y de una guerra nació, ironías de la vida, una de las estampas de la paz que ya quedarán para la historia y que tienen precisamente a Riverita como protagonista.
Sucedió el pasado mes de noviembre cuando Kiko Rivera, escudado por Fran y Cayetano, se acercó hasta su casa en Barbate después de años de alejamiento con su familia paterna. La estampa fue una de las protagonistas del día en España y el propio José Rivera confesó que se había llevado una gran sorpresa porque no se lo esperaba. Riverita le regaló a Kiko ese día una reliquia familiar de gran significado: un capote de Paquirri. Un bonito gesto que seguro que el hijo de Isabel Pantoja no olvidará jamás el último día que pudo ver a su tío con vida.
Han pasado poco más de dos meses desde aquel encuentro y ahora el torero ya no está. Se apagó tras años de lucha en los que siempre contó con el apoyo de sus hermanos Teresa Rivera y Antonio Rivera, y también de su sobrino Canales Rivera que fue el que dio a conocer ayer la triste noticia. “Cuando despertéis no estará con nosotros, pero sí su alma”, escribió el ahora colaborador de Sálvame que definió a su tío con estas palabras: “Sabio, mago, torero, artista, generoso, simpático, amable, eterno”. Las muestras de dolor y conduelo no tardaron en llegar, y ahí estaban esos tres sobrinos que poco antes le habían ido a ver a su casa más unidos que nunca para inmortalizarle con más dedicatorias. “Siempre se van los mejores. Ya hace tiempo que hay muchos que te quieren, esperándote y tú como siempre haciendo las cosas tuyas les has hecho esperar . Has sido distinto, último bohemio de arte”, escribía Fran Rivera. También Cayetano tenía bonitas palabras para él: “Apasionado de los toros, amante de la risa, capaz de volar y de hacerte soñar desde una silla. Su vida en un folio sería trazos de colores, flores, estrellas, la luna... El mundo ahora, tío José, es un poquito peor sin la magia de tu fantasía”.
Aunque Riverita siempre ha sido el menos mediático de los cuatro hermanos y como matador de toros estuvo a la sombra de Paquirri, el torero también disfrutó de una trayectoria con un estilo propio, mucho más creativo y personal. “El último bohemio del arte”, como le define su sobrino Francisco. En 1962 se puso el traje de luces por primera vez y fue novillero con picadores hasta 1967. Dejó las plazas en el 1975, aunque diez años más tarde regresó durante algunos meses a la lidia, donde llegó a torear con dos muletas y en un momento personal muy complicado con la muerte de su hermano por la cornada en la plaza de Pozoblanco.
Rodeado de los suyos- no todos porque las restricciones por la Covid-19 encrudecen las despedidasrecibió ayer el cariño de su familia en el tanatorio La Nacional, en Cádiz, donde no pudo asistir su sobrino Cayetano contagiado de coronavirus. Tampoco estuvo Kiko Rivera. Hubiera sido un bucólico final.
El torero pudo disfrutar el pasado noviembre de la reconciliación de Kiko Rivera con la familia