Uno de cada cinco detenidos en el sitio al Capitolio sirvió en el ejército
Crece la preocupación por la infiltración de ultras y supremacistas en las tropas
Una de las misiones de Lloyd Austin III, general retirado y nuevo secretario de Defensa, el primer afroamericano en este cargo, consistirá en detectar a los enemigos dentro de casa.
El asalto al Capitolio del 6 de enero ha evidenciado la infiltración de la ultraderecha y el supremacismo blanco entre los miembros del ejército de EE.UU.
El mandato de Trump ha favorecido el extremismo y la pérdida de rubor a manifestar esa tendencia, incluso entre los militares, ya estén en activo o sean veteranos. Por ello, hubo una sorpresa relativa cuando trascendió que el FBI realizaba un intensivo chequeo de los 25.000 guardias nacionales desplegados en Washington para proteger la toma de posesión de Joe Biden.
La medida se adoptó ante el temor de una acción desde el interior por la posible radicalización de algunos de esos militares. Una docena de uniformados fueron relevados de la tarea fruto de esa investigación.
Había motivos para la preocupación. Uno de cada cinco detenidos por el violento y trágico asedio al Congreso, incitado por el hoy expresidente, eran militares veteranos que en su día juraron defender la Constitución.
La emisora pública NPR ha compilado una lista de los arrestados que afrontan cargos federales en el distrito de Columbia (la capital del país) en relación al ataque al santuario de la democracia.
A partir de la revisión de historiales militares, de cuentas en las redes sociales y documentos judiciales de unos 140 individuos imputados, al menos 27, lo que representa un 20%, han servido en el ejército o aún lo hacen.
Para poner esa cifra en contexto, sólo el 7% de los estadounidenses adultos consta como retirados del ejército.
Una de la cinco víctimas mortales del asalto fue Ashli Babbitt, abatida por un disparo en el pecho cuando comandaba un grupo que intentaba entrar a una de las salas del edificio.
La extrema derecha venera a Babbitt como una mártir de la causa y se ha convertido en el símbolo del creciente influjo extremista entre los militares.
No sólo estuvieron en el sitio al Capitolio y a los legisladores, sino que lo difundieron a través de las redes para hacer un alarde de su participación.
Larry Rendall Brock Jr, teniente coronel retirado de la fuerza aérea, fue fotografiado con casco y chaleco militares, llevando unas esposas de plástico, una vez que irrumpió en la sala del Senado. En su Facebook hizo un post en el que dijo ir preparado para “una segunda guerra civil”.
En los días posteriores a la victoria de Joe Biden, Brock afirmó que “estamos ahora bajo la ocupación de un gobierno hostil”. Ahondó en la teoría de la conspiración al difundir el mensaje de Trump sobre el robo de votos. “No veo distinción entre un grupo de estadounidenses que se hacen con el poder despreciando la Constitución y una fuerza invasora china consiguiendo el mismo objetivo”, escribió.
Otro acusado es Jacob Fracker, de 29 años, y fusilero de infantería, que estuvo desplegado dos veces en Afganistán. En la fecha del asalto servía en la guardia nacional de Virginia y como policía en Rocky Mount. Uno de sus compañeros en este cuerpo, Thomas Robertson, de 47 años y veterano de la armada, le acompañó en su incursión en el Capitolio.
Los fiscales federales también sostienen que los extremistas de la milicia ultra llamada Oath Keepers, uno de los colectivos que participó en el asedio, se dedican a reclutar a veteranos, en parte por su preparación táctica.
Thomas Edward Caldwell, veterano de la Marina, es uno de los supuestos líderes de Oath Keepers. Sobre él y Donovan Ray Crowl, ex de los marines, penden cargos de conspiración, entre otros crímenes, por intentar obstruir la certificación de Biden.
Todos estos nombres no son más que la punta del iceberg. Un 36% del personal del Ejército que respondió a una encuesta de Military Times y la Syracuse University asegura haber visto “pruebas” entre las tropas de supremacismo blanco e ideología racista. Esto supone un incremento del 14% respecto a años previos.
Los encuestados reconocieron
Más de un tercio de los militares han visto pruebas de supremacismo blanco entre sus colegas
haber observado esvásticas, el símbolo que adopta el nazismo, enganchadas en los coches de colegas, tatuajes relacionados con el supremacismo blanco o pegatinas del Ku Klux Klan.
“Estados Unidos debe ser honesta –sentencia Rashawn Ray, de la Brookings Institution– con el hecho de que mucha gente entra en las fuerzas de seguridad porque realmente quieren proteger, pero hay otros que buscan ese trabajo porque quieren imponer la ideología del supremacismo blanco. Imponer esta ideología significa relegar la equidad racial y criminalizar al negro”.
Como jefe del Pentagono, y entre amenazas globales y domésticas, Austin afrontará el racismo en el ejército, algo que ya ha experimentado en su larga carrera.