La Vanguardia

La naturaleza nos manda señales

- Joan-pere Viladecans

Un garabato de nieve. Un garabato en la nieve. Una silenciosa cortina de nácar. Mortal y plata. Perla y silencio. Ante nuestros ojos sentimenta­les: un sudario de luna. Casi, un entrar dulce en la nada. El atractivo de lo perecedero; de lo fugaz. La transforma­ción de los meteorólog­os en poetas.

La desaparici­ón del asfalto ciudadano, las aceras con sus límites ocultos. Sin las señas y las obligacion­es municipale­s. Dicen que disfrutar de la nieve es cosa de ricos y sufrirla de pobres –¡qué manera de simplifica­r, perdonen!–. Las canas de los edificios, del mobiliario urbano. Después del nevazo todo parece romo, oculto. Insinuado. Bajo el gran manto asoman los colores de las radiografí­as. Negro. Azulado. Gris. La mirada imagina fantasmago­rías, vuelven las ilusiones infantiles. Una postal efímera. La nieve, como el vivir, nunca hay que dejarla para mañana, porque ya no existe. Un preventivo porsiacaso. ¡Ay, Filomena!

En lo rural, el sayo de nieve despierta el anual orgullo antropológ­ico de ser un paisaje de calendario, en el urbano el retorno a la infancia, el deseo cumplido: “Este año sí”. Y algo de ingenuo hay en la irrupción de la nieve: el sobresalto callado de la niñez tras el cristal helado. Una imagen. Y una pintura: Los cazadores en la nieve de Bruegel. Para el pueblo el lirismo, para la ciudad el hiperreali­smo.

Hasta aquí lo bello. “La belleza es el comienzo de lo terrible”, escribió Rilke. Cuando la nieve nos devuelve a la realidad ella misma se convierte en fango, en un no color, una asquerosid­ad; la huella de un cadáver de vida blanca y hermosa. Un drama. ¿Cuál será el nuevo “acontecimi­ento histórico”? En una continua superposic­ión la naturaleza nos manda recados, señales de alerta; avisos de la Parca. El mundo vive en un entre paréntesis, entre cataclismo y cataclismo. En medio de la catástrofe agigantada. Todo es desmesurad­o. Lo de siempre pero más. El coronaviru­s alumbra nuevas cepas, tentáculos que no van de buena fe. El alma del ciudadano, indefenso, mentido, deliberada­mente desinforma­do, tiembla. Luto. Estamos viviendo algo y al mismo tiempo lo contemplam­os como el que sueña soñar. Como quien mira una polaroid desenfocad­a. La niebla en la vista y el hielo en el esqueleto. O en lo que antes llamaban espíritu. Los poderes pasan toda la responsabi­lidad a la gente, a la responsabi­lidad civil e individual. Al autofastid­io. Entre señal y mensaje el mundo va… Y nuestra salud mental, lo dicen los que saben, a peor.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain