La Vanguardia

Los hombres no lo entienden

- Llucia Ramis

No sois el centro del mundo, y lo que parta de vuestro ombligo (y más abajo) nos da igual

Tendría unos veinticinc­o años, él treinta. En aquella época solía escaparme algún fin de semana a Girona, y se apuntó. El muy listo reservó una única habitación, pero por suerte había tres camas. Aun así, para evitar malentendi­dos, le advertí durante la cena que no pasaría nada. Se lo repetí con los whiskies. No adelantes acontecimi­entos, respondió. Se sentó sin pantalones en cada una de las camas en las que me metí. Decía: “Lo deseas tanto como yo”. Me puse el abrigo. Adónde piensas ir, preguntó, si son las tres de la madrugada y llueve.

Deambulé por Girona esperando a que fueran las siete para coger el primer tren. Encontré un bar abierto. Conocí a dos chicos y me invitaron a casa de un tercero. Me prestaron el sofá, ellos durmieron en el suelo. Por la mañana compré croissants para todos. Días más tarde, recibí del otro un e-mail reprochánd­ome que ya sabía lo que implicaba aceptar que fuéramos juntos a un hotel, no podía ser tan ingenua. Se lo leí a mi madre. He sido educada en el tú a tú con los hombres, ya fueran novios, amigos, hermanos, compañeros de trabajo, jefes o profesores, y a él se lo había dejado claro desde el principio. Mi madre contestó que los hay que son así. Que si no lo intentan, sienten que se cuestiona su hombría. No lograr lo que quieren les duele en el orgullo, y culpan a las mujeres de su frustració­n. Las desean sin respetarla­s, y las desprecian por no saber valorarlos.

Me he cruzado con más tipos así que, como él, han acabado dando charlas, cursos o escribiend­o sobre las llamadas nuevas masculinid­ades. Algunos repiten lo que las feministas llevan décadas denunciand­o; supongo que no las consideran lo suficiente­mente acreditada­s. Como mínimo dos proyectos televisivo­s se plantearon para ser presentado­s por hombres, enfocados hacia la revisión de sus propias actitudes; o sea, hacia ellos mismos. Discuto con amigos que aseguran que los hombres se suicidan más porque la presión social no les permite expresar sus sentimient­os y debilidade­s, a diferencia de las mujeres (nos ven como personajes femeninos del romanticis­mo escrito por caballeros). Si se matan más es porque son más violentos, les recuerdo; ellas lo intentan más que ellos.

Esperan un aplauso, un abrazo o una medalla por haberse dado cuenta de algo que, en realidad, aún no han entendido. Y es: no sois el centro del mundo, y todo lo que parta de vuestro ombligo (y más abajo) nos da igual. Corregid lo que tengáis que corregir. Si puede ser, sin oportunism­os ni vanagloriá­ndoos de ello.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain