Los jóvenes lideran el Barça en Elx (0-2)
Pedri sobresale en el triunfo blaugrana, firmado por De Jong y Riqui Puig
El Barça se marchó del Martínez Valero con un triunfo que no pasará a la historia pero con la convicción muy valiosa de que vuelve a ser un equipo de interiores. Después de los tiempos más oscuros de los musculosos Paulinho y Arturo Vidal y la frugal apuesta por el doble pivote, se abre paso el futuro ilusionante de Frenkie de Jong, Pedri y, por qué no, Riqui Puig. Los tres sacaron adelante el partido de Elx. Los dos goles llegaron gracias a la llegada de la segunda línea. Marcaron De Jong y Riqui Puig, ambos centrocampistas de toque que aparecieron en boca de gol como si fueran rematadores de toda la vida. Pero gran parte del mérito y del brillo del partido fue de Pedri, el cerebro que evitó que el equipo de Koeman cayese en la depresión tras muchos minutos intrascendentes. El centro del campo ha recuperado peso en el Barcelona con tres hombres –alguno aún con cuerpo de niño– que deben ser pilares maestros como volantes organizadores. A veces juegan, a veces marcan. A veces son origen, otras final. El Barça se ha reencontrado con su luz interior.
A la espera de Messi, el Barça tuvo en Elx más puntos (3) que goles (2), y más goles que juego. Y todo, ideas y puntería, salió de los tres medios. La sala de máquinas se ha liberado. Los brotes verdes de inicio del 2021 han dejado paso a ciertos altibajos pero todavía permiten al Barcelona seguir con la buena dinámica de resultados a domicilio, sobre todo en el estadio del Elche, que es penúltimo después de 13 partidos sin ganar en la Liga.
Las tres prórrogas en ocho días pasaron factura al Barcelona, que salió con un ritmo parsimonioso. Prometió Koeman un equipo con chispa pero de salida en el césped no hubo ninguna descarga de electricidad. Más bien, un conjunto aplatanado. Seguramente por los pocos cambios que hubo en los diez jugadores de campo. Todos menos de De Jong, Alba y Umtiti participaron en la prórroga de Cornellà el pasado jueves.
Eso explicaría la falta de ideas en un Barça que tampoco suele ser un equipo de grandes arranques. Aun así, eran los blaugrana los más propositivos, pues el Elche estaba decidido a esperar y proteger bien a Edgar Badia.
Con ese panorama, como ya pasó en la Copa del Rey, el Barcelona empezó a acercarse gracias a la pelota parada. Con eso está todo dicho. Dembélé fue el encargado de los córners y las faltas laterales y siempre buscó la cabeza de su compañero Griezmann.
Con el equipo atascado, las aventuras individuales dieron al Barça cierto aire de rebeldía, de querer más. No es extraño que fueran De Jong y Dembélé, dos de los jugadores más en forma, los que buscaran penetrar con el balón en los pies entre todas las piernas locales, que sobre el papel jugaba con cuatro defensas pero según avanzaba el Barça con la pelota podían ser cinco y hasta seis. Así que las excursiones estaban prácticamente condenadas a acabar en nada.
Mientras seguía el atasco en la creación, eran las jugadas ensayadas las que llevaban peligro. En un córner sacado en corto, Alba recogió el rechace en la frontal y disparó. Y en una falta fue Pedri el que enganchó una volea. Hasta Busquets, tras una dejada del canario, se atrevió con un chut viendo que no había forma de entrar.
Y es que cuando el tinerfeño entró en juego, al Barcelona le cambió la cara. Se le iluminó. Fue un fogonazo de luz, una triangulación rápida, una de las pocas, que valió el triunfo. Pedri fue quien encontró al aislado Braithwaite en la izquierda en la jugada del gol. El danés, hasta entonces inédito, se sacó de la manga un gran centro al corazón del área donde entraba Griezmann. En su intento por evitar el remate del francés, Diego González remató contra su portería dejando de piedra a Edgar Badia. De Jong, como una exhalación, remachó antes de que el balón, que seguramente ya entraba, cruzase la línea.
Con 18 años, Pedri fue quien marcó la diferencia. Sin Messi, un adolescente en edad juvenil le pone la imaginación y atrevimiento a un equipo con cuatro campeones del mundo, los franceses y Busquets. Justo antes del descanso, el propio Pedri filtró un pase en profundidad al que no pudo llegar Griezmann por poco para hacer el 0-2.
El Barça acabó bien la primera parte pero empeoró en un inicio de segunda mitad decepcionante. Todo
el trabajo de Pedri y De Jong pudo irse al traste cuando Mingueza se equivocó en un control y Rigoni le robó la cartera. El canterano era el último defensa del Barça y el delantero argentino se plantó delante de Ter Stegen en carrera. El alemán volvió a salvar a su equipo y a su compañero, autor de un error flagrante. Otro de esos regalos que le han costado tantos puntos este curso. Pero el portero apareció salvador. Y van muchas... Salió rápido para dejar al atacante con menos hueco y cuando este chutó, Ter Stegen sacó el pie derecho para despejar. El Elche se quedó sin ese gol que busca desde 1978 contra el Barça.
Era la demostración de que Almirón había ordenado dar un paso al frente. Aún lo fue más con la entrada de Tete Morente y hasta del veterano Nino. Así le empató el Elche al Madrid, después de que los blancos se adelantasen. El único recurso de Koeman fue buscar la velocidad de Trincão para aprovechar los espacios. Parecía el ecosistema ideal para el portugués, que pudo dar el gol de la tranquilidad al Barça pero en ambas se encontró con dos grandes paradas de un Edgar Badia muy entonado.
Donde no llegó el portero catalán fue al remate de cabeza de Riqui Puig tras una conducción made in De Jong. Sí, el canterano liviano. Sí, de cabeza, como Xavi en Valladolid, o como Pedri en San Mamés. Y es que, con poco tiempo –entró en el 87–, siempre deja algo interesante. Y más si tiene cerca a otros interiores que ven el fútbol como él.
UN 0-1 AFORTUNADO
Un centro de Braithwaite lo remató a su portería Diego González y el holandés remachó sobre la línea
NI EMPATE...
Mingueza se equivocó ante Rigoni y Ter Stegen tuvo que salvar el empate en un uno contra uno magistral
...NI GOL DE LA TRANQUILIDAD Trincão, con espacios, pudo marcar dos veces el gol de la tranquilidad pero se topó con un gran Edgar Badia