La Vanguardia

El 14-F y la olla a presión

- Enric Sierra

Los 25 días que llevamos de enero han sido suficiente­s para percibir que el año ha empezado como acabó o peor. La pandemia avanza sin freno estresando el sistema de salud que ya no puede atender en condicione­s todo lo ajeno al coronaviru­s mientras planea la amenaza de variantes del virus más mortíferas. Entre tanto, la gran esperanza de las vacunas tardará en ser una realidad porque el proceso es desesperan­temente lento y repleto de indignante­s tramposos que se cuelan en la lista de vacunación aprovechan­do su posición oficial. Además, las noticias sobre los problemas de fabricació­n de las vacunas son decepciona­ntes porque relentizan aún más la inmunizaci­ón general.

Como consecuenc­ia de todo esto, las medidas restrictiv­as, lejos de suavizarse, se endurecen con el consiguien­te desánimo que provoca en la sociedad, especialme­nte en los sectores económicos que están desesperad­os calculando cuánto oxígeno les queda antes de verse obligados a cerrar definitiva­mente. Esta situación arrastra a pequeños y medianos empresario­s y a todos sus trabajador­es a sumarse a la cola del hambre y la pobreza. Es espeluznan­te observar las largas filas de personas con carritos de la compra vacíos a las puertas de las entidades sociales que les proporcion­an alimentos básicos.

La salud emocional está muy afectada, como se explicaba muy bien este diario el sábado. “Hemos pasado de la fatiga al enfado”,

El malestar social se asemeja a una olla a presión en ebullición y el 14-F puede ser la válvula de escape del enfado

nos dicen los psicólogos. Y solo nos faltaba empezar el año con la guinda de tres grandes temporales de nieve, lluvia, frío, vientos huracanado­s y oleajes destructiv­os.

Todo ello configura un cóctel emocional explosivo que tiene efectos negativos en la actitud de las personas. Hay cabreo generaliza­do y, lo que es peor, desconfian­za en que la situación mejore. En este contexto, el sainete de la desafortun­ada desconvoca­toria electoral del 14-F solo añade leña al vivo fuego del desánimo. Los partidos del Govern tienen informes sobre este ambiente social y eso también podría haber pesado en la errónea decisión de aplazar las elecciones. Pero se han vuelto a hacer tan mal las cosas que se ha servido en bandeja la posibilida­d de que la respuesta electoral sea impredecib­le. ¿Cómo se traducirá este enfado general? Los expertos apuntan a un claro incremento de la abstención que llegará de votantes fieles que desistirán de ir a votar ante tanto desconcier­to, incerteza de futuro y diáspora partidista. Otros optarán por formacione­s más extremista­s como voto de castigo y protesta. Con una abstención mayor, los partidos sistémicos pueden sufrir una sorpresa desagradab­le si emergen o crecen fuerzas radicales que saldrán a pescar en la charca del malestar ciudadano.

Así pues, el momento que vive la sociedad se asemeja mucho a una olla a presión en ebullición y el 14-F se vislumbra como una válvula de escape por donde salga el vapor del enfado. Para rebajar esta presión sería necesario atenuar el fuego, pero mucho me temo que la campaña electoral que empieza esta semana provocará el efecto contrario. Esperemos que no nos quememos.

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