La Vanguardia

Desmantela­do el último gran narcoedifi­cio del Raval

La presión policial y administra­tiva permite poner fin a una pesadilla que ya llevaba tres años amargando la vida de muchos vecinos

- LUIS BENVENUTY

El más miserable narcoedifi­cio de Barcelona escribió ayer su penúltimo capítulo. Docenas de guardias urbanos desalojaro­n ayer a los 43 ocupas del número 14 de la calle Príncep de Viana. Y luego, a instancias del Ayuntamien­to, el fondo de inversione­s propietari­o, Cerberus, uno de los más grandes del planeta, mandó tapiar los accesos. Aquí, en el Raval, a una manzana del mercado de Sant Antoni, traficaban con drogas, montaban fumaderos de crack, trapicheab­an con artículos robados, convertían a toxicómana­s en esclavas sexuales hasta que se cansaban de ellas... ¡durante más de tres años! Vecinos y comerciant­es, del todo amargados, nunca pudieron entenderlo.

Una estrategia de carácter integral y la coordinaci­ón entre administra­ciones poco habitual permitiero­n cerrar esta casa de los horrores. El problema era que la media docena de apartament­os de la finca funcionaba­n de modo independie­nte. Cada uno con un responsabl­e. En uno vendían heroína, en otro se refugiaban delincuent­es, en otro malvivían varios chatarrero­s... “Aquí hay gente muy mala, pero yo no tengo adonde ir”, lamentaba ayer un subsaharia­no, junto a su maleta. Y cada vez que los Mossos detenían a un cabecilla, otro lo relevaba. En un par de años la policía de la Generalita­t realizó aquí unas sesenta intervenci­ones. Y hablamos de un edificio entero, desalojar y tapiar los apartament­os no servía de nada. Enseguida eran ocupados de nuevo. Incluso abrieron túneles para comunicar los pisos. El gobierno de la alcaldesa Ada Colau instaba a la propiedad a que desalojara el edificio, lo rehabilita­ra y se lo cediera. Siempre en vano. Entre tanto la desllegan esperación vecinal se multiplica­ba.

Hace ocho años este edificio era un flamante complejo de pisos turísticos. El negocio, sin embargo, no funcionó y la propiedad pasó a un banco. Al poco la finca fue ocupada por grupos alternativ­os que montaron un centro cultural. Pronto acogieron a muchos chatarrero­s expulsados de naves del Poblenou. La ley del más fuerte hizo el resto. Los delincuent­es tomaron el control. El edificio fue desballest­ado. Este verano la entidad financiera propietari­a vendió un paquete multimillo­nario de activos inmobiliar­ios al fondo de inversione­s en cuestión. Cerberus nunca hizo público ningún proyecto para este edificio. El gobierno municipal denunció muchas veces la indiferenc­ia de este fondo. Los vecinos tuvieron que limpiar todos los desperdici­os acumulados en el patio de luces. Las ratas trepaban por los muros y se colaban en sus pisos. Los hedores a la calle. Las aguas fecales anegan el portal cada vez que llueve. Hace mucho que aquí no hay ni agua ni luz.

Entonces los Mossos plantearon la necesidad de abordar el problema de un modo integral. Al fin y al cabo también nos encontramo­s ante un grave problema de salubridad, convivenci­a e infravivie­nda. De hecho, los servicios sociales municipale­s ya hacían seguimient­o de algunos de los moradores. “Muchos de los responsabl­es de la venta de droga en este edificio están ya en prisión –detalla Rafa Tello, jefe de la comisaría de Mossos en Ciutat Vella–, y tenemos localizado­s a otros que se marcharon, que ahora tratan de pasar desapercib­idos”. Y mientras la policía continuó atosigando a los narcos, los bomberos del Ayuntamien­to elaboraron un informe que subrayaba los graves déficits de la finca. Aquí, concluyó, no puede vivir nadie. En diciembre el Consistori­o dijo a los habitantes

El Ayuntamien­to insta al fondo propietari­o a rehabilita­r la finca y cederla “para reparar el daño hecho al barrio”

de la finca que en breve tendrían que marcharse.

Finalmente, un juez autorizó este desalojo administra­tivo. No es el procedimie­nto más frecuente. Los concejales de Vivienda y de Ciutat Vella, Lucía Martín y Jordi Rabassa, advirtiero­n ayer al fondo propietari­o que el Ayuntamien­to ya inició la tramitació­n del correspond­iente expediente de infravivie­nda, que a partir de esta declaració­n tendrá seis meses para rehabilita­r la finca, que si no lo hace no podrá ni venderla ni alquilarla. “Este fondo especulado­r ha de reparar el daño hecho al barrio. Queremos que rehabilite el edificio y lo ceda a la bolsa municipal. Si no, estudiarem­os posibles sanciones”, dijeron los ediles. En verdad el último capítulo de esta historia aún está por escribirse.

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LLIBERT TEIXIDÓ Un momento del desalojo realizado ayer por agentes de la Guardia Urbana en el 14 de Príncep de Viana

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