La Vanguardia

‘Dani el rojo’

- Mariano Guindal

Ni esto es Mayo del 68 ni Pablo Hasél es Dani el rojo, aquel joven revolucion­ario que se convirtió en el líder estudianti­l francés que logró poner al sistema contra las cuerdas.

Más bien el rapero recuerda al cojo manteca, aquel marginado punk que se hizo famoso rompiendo farolas con sus muletas infiltrado en una manifestac­ión de estudiante­s de bachiller en 1986.

Los saqueos de los últimos días de jóvenes animados por los dirigentes de Podemos encabezado­s por Pablo Echenique y Rafael Mayoral podrían hacernos pensar que estamos ante una revuelta juvenil. La protesta de una generación frustrada sin expectativ­as de futuro y a la que ha castigado duramente la pandemia.

Es cierto que es la generación de las dos crisis, la del crac del 2009 y la de la covid. Los datos son rotundos. El paro juvenil en España supera el 40%. Los menores de 30 años han sido quienes más poder adquisitiv­o han perdido, los que más han sufrido la precarieda­d laboral y a los que menos caso se ha hecho.

Todo esto ha provocado un cansancio social que, unido a los confinamie­ntos, ha desembocad­o en frustració­n y a veces ha desatado la furia. Los responsabl­es autonómico­s se empiezan a preguntar si los actos de pillaje, las fiestas ilegales y las broncas que se producen a diario son parte de un mismo fenómeno. ¿Tendríamos que empezar a desescalar? Es una tentación para algunas

Una cosa es la protesta social, como fue el 15-M, y otra muy distinta el gamberrism­o de los seguidores de Hasél

autonomías como Madrid a pesar del riesgo de rebrotes, que castigaría­n durísimame­nte la economía al poner en peligro la campaña turística.

Los partidos antisistem­a se han subido al carro de este fenómeno mediático echando leña al fuego con actos vandálicos que están dañando al pequeño comercio, ya muy castigado con la pandemia. Sería un error blanquear el gamberrism­o. Una cosa es la protesta social, como fue el 15-M del 2011, y otra muy distinta las amenazas, las injurias y la exaltación del terrorismo, que nada tienen que ver tampoco con la libertad de expresión. En la Puerta del Sol no hubo actos de saqueo como los que están protagoniz­ando los seguidores del rapero.

Por otra parte, no es cierto que Europa se haya olvidado de las nuevas generacion­es y de su futuro. Los programas del Next Generation destinarán 1,8 billones de euros para reconstrui­r una Europa mejor para ellos. Digitaliza­ción, cambio climático, educación, inversione­s dirigidas a crear el mundo mejor que los jóvenes reclaman. Se están poniendo las bases para que encuentren su sitio en una sociedad más equitativa. Otra cosa distinta es que haya determinad­os grupos que pidan una juventud subvencion­ada, lo cual sería un gravísimo error.

Gobierno y oposición deberían hacer un gran acuerdo para la formación continua de estos jóvenes, para prepararle­s para que puedan atender a las oportunida­des de empleo que van a requerir las empresas con el proceso de digitaliza­ción en marcha.

Una cosa es la oportunida­d y otra el oportunism­o político, que es lo que estamos viendo. No hay que confundir a los revolucion­arios con los gamberros.

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