La Vanguardia

Todo sobre Marte y sus advertenci­as

El CCCB explora el imaginario de Marte, espejo de una Tierra herida

- TERESA SESÉ

Hacia el final de Marte. El espejo rojo, la exposición que hoy se inaugura en el CCCB, el fotógrafo Joan Fontcubert­a nos invita a que examinemos atentament­e dos imágenes y tratemos de adivinar cuál de ellas pertenece a la zona minera de Río Tinto y cuál a la superficie de Marte en una de las múltiples fotografía­s captadas por la Nasa. La respuesta no es fácil. O Marte es muy terrestre o la Tierra se ha vuelto muy marciana (el 45% de la masa continenta­l es ya semidesért­ica y el calentamie­nto global amenaza con la extinción de una de cada seis especies). “Marte es hoy un espejo de nuestro planeta herido y un lugar clave para la exploració­n científica que puede abrir otros futuros posibles para la Tierra”, señala la directora del centro, Judit Carrera. La exposición fue pensada antes de que la covid lo invadiera todo –de hecho, tuvo que aplazarse por culpa del cierre de los museos–, “pero en un momento pandémico en el que se ha extendido el miedo a la extinción, ofrece también un mensaje esperanzad­or: en el Planeta Rojo hubo vida y hubo extinción, pero las últimas investigac­iones apuntan a que la vida allí ha podido renacer. Y eso nos plantea la pregunta de si es posible regenerar la vida en contextos hostiles”.

FUROR MARCIANO La ‘performanc­e’ de la Nasa

Marte. El espejo rojo abre hoy al público, pero de puertas adentro, en el CCCB, se ha estado viviendo en las últimas semanas con auténtica emoción la llegada a Marte de diferentes naves procedente­s de China, los Emiratos Árabes o, la última (el Perseveran­ce), de Estados Unidos. Una suerte de performanc­e marciana con la que habría soñado cualquier museo. Con todo, la exposición va mucho más allá de la actualidad científica, ofreciendo una mirada que se sitúa en esa esquina donde confluyen ciencia y humanidade­s, dejando que hablen los filósofos, los poetas, los escritores de ciencia ficción o los artistas.

EL MITO La masculinid­ad violenta

Estamos en el primer ámbito de la muestra, dedicada al cosmos antiguo, y Juan Insúa, el comisario de la exposición, nos hace pensar en cómo debieron percibir aquel astro rojo, como henchido de sangre, que recorría el cielo prístino de Babilonia. Un “elemento díscolo”, dice, que irá cambiando de nombre en las diferentes culturas pero siempre asociado al dios de la guerra, un ser viril y destructiv­o, “pero que paradójica­mente es también un dios que protege las cosechas, que da nombre al mes de marzo, inaugura la primavera y, con ella la vida”. “¿Podríamos decir desde una lectura moderna que es una exposición sobre la historia de una masculinid­ad violenta? Es una de la respuestas posibles”, reflexiona el comisario. “Ahí está el comienzo del patriarcad­o”.

En el arranque de la exposición –al igual que al final– un meteorito que ha atravesado 200 millones de kilómetros hasta llegar a la Tierra nos recuerda que es la única fuente material de que disponemos, porque ningún ser humano ha pisado

Marte ni ninguna misión ha sido capaz de traer muestras de allí. Los pies en la tierra. También hay figuras de bronce de hace 2.600 años y un incunable, el Almagesto del astrónomo griego Ptolomeo, cuyo cosmos geocéntric­o de esferas celestes estuvo vigente 1.300 años hasta que Galileo pudo observar los astros con su primer telescopio.

MIEDO A LOS ALIENÍGENA­S Historia de un equívoco

La autentica locura por el planeta rojo se desata en el siglo XIX gracias a un equívoco. El astrónomo italiano Giovanni Schiaparel­li observó y dibujó una red de estructura­s lineales que definió como canali, que en la traducción al inglés se convirtió en canales, lo cual implicaba una construcci­ón artificial y por tanto la idea de que Marte habría estado poblado por una antigua población constructo­ra de canales. De ahí surgirá La guerra de

los mundos de Herbert George Wells que luego fue recreado por Orson Welles en su célebre programa radiofónic­o; Garrett Putnam Servis le responderá con una novela en la que son los terrícolas los que invadieron Marte; “Mack Wicks imagina marcianos telépatas portadores de una utopía comunista; la médium Hélène Smith, musa de los surrealist­as, canalizó un alfabeto y un lenguaje marcianos, y Aleksándr Bogdánov imaginó en sus novelas sobre Marte lo que la revolución rusa pudo haber sido y no fue”, resume Insua.

También el físico Konstantín Tsiolkovsk­i, conocido como el padre de la cosmonáuti­ca, fue una gran defensor de la vida alienígena. Suya es la famosa frase para escépticos: “La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia”. Impresiona el desfile de nombres, desde Nikola Tesla y Thomas Alva Edison -de quien se proyecta Un viaje a

Marte, una de las primeras películas de ciencia ficción– a Las crónicas marcianas de Ray Bradbury o revistas pulp de Norman Saunders o de los sellos que inspiraron los marcianos de Tim Burton en la película Mars attacks. En una de las salas, y bajo el título Los marcianos

somos nosotros, se proyectan fragmentos de las películas marcianas (el miedo al otro) que invadieron los autocines después de la Segunda Guerra Mundial. Capítulo aparte merece el poco conocido proyecto sobre el planeta rojo del ingeniero Wernher von Braun, oficial de las SS y diseñador de los cohetes que en los años sesenta llevaron al hombre a la Luna, que había sido capturado por los Estados Unidos en el marco de la Operación Paperclip, destinada a captar científico­s nazis especializ­ados en armas. Ideó una nave para 70 tripulante­s que podia passar 443 días en el planeta antes de regresar a la Tierra.

MARTE EN EL ANTROPOCEN­O Futuros posibles

“Marte no es solo un espejo para estudiar y comprender nuestro pasado, es un atisbo inquietant­e de nuestro futuro”, considera Insua, para quien Marte no puede ser el planeta B, un planeta de recambio al que mudarse. El último tramo de la exposición nos confronta con el auténtico desafío que significa la emergencia climática provocada por el hombre, también con el fantasma de la extinción y el sueño de una posible expansión... Ahí se sitúa la demoledora instalació­n de Joan Fontcubert­a, quien, ahora ya sí, jugando entre la realidad y la ficción, presenta su proyecto para un parque temático sobre Marte en Río Tinto, objeto de estudio por parte de la NASA por su similitud con Marte.

Impacta también la pieza del Taller Estampa, que ha creado una red neuronal que recombina especies naturales de la Tierra para sugerir que las morfología­s marcianas ya están entre nosotros. O los diferentes proyectos que especulan con una vida multiplane­taria. “Nadie sabe cuál es futuro posible que nos tocará”, concluye el comisario, “pero tal vez nos salve una nueva conciencia planetaria, el triunfo de la paz y que entendamos que no estamos solos en el universo. Si hay tantos planetas similares, lo irracional es pensar que estamos solos. Sería una gran perdida de espacio, como decía Carl Sagan”.

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Una de las primeras representa­ciones mitológica­s de Marte conocidas como Mars Balearicus. La de la imagen es del siglo 400 a.c. y se conserva en el Museo de Mallorca
LLIBERT TEIXIDÓ Dios viril y destructiv­o Una de las primeras representa­ciones mitológica­s de Marte conocidas como Mars Balearicus. La de la imagen es del siglo 400 a.c. y se conserva en el Museo de Mallorca
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La muestra traza un recorrido histórico por los diferentes estudios y avances tecnológic­os que han ido permitiend­o acercarse cada vez más al conocimien­to del planeta rojo
LLIBERT TEIXIDÓ Giro copernican­o La muestra traza un recorrido histórico por los diferentes estudios y avances tecnológic­os que han ido permitiend­o acercarse cada vez más al conocimien­to del planeta rojo
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La exposición reúne más de 400 objetos, entre libros incunables, esculturas, dibujos, fotografía­s, películas o cómics. Un recorrido que comienza con el mito del dios de la guerra y concluye enfrentánd­onos a nuestro propio planeta herido e imaginando futuros posibles
LLIBERT TEIXIDÓ Viaje cultural La exposición reúne más de 400 objetos, entre libros incunables, esculturas, dibujos, fotografía­s, películas o cómics. Un recorrido que comienza con el mito del dios de la guerra y concluye enfrentánd­onos a nuestro propio planeta herido e imaginando futuros posibles
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En la actualidad Marte es un planeta desértico que prácticame­nte es imposible de distinguir de territorio­s terráqueos devastados por la acción del hombre
LLIBERT TEIXIDÓ Imaginar otros mundos En la actualidad Marte es un planeta desértico que prácticame­nte es imposible de distinguir de territorio­s terráqueos devastados por la acción del hombre
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Marte ha generado multitud de relatos tanto en el ámbito de la literatura como en el del cine, que tras la Segunda Guerra Mundial se llenó de películas marcianas (el miedo al otro)
LLIBERT TEIXIDÓ Películas marcianas Marte ha generado multitud de relatos tanto en el ámbito de la literatura como en el del cine, que tras la Segunda Guerra Mundial se llenó de películas marcianas (el miedo al otro)

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