La Vanguardia

¡Una china en las esquelas!

- Joaquín Luna

Como buen divorciado, todas las mañanas leo, envidioso, las esquelas de La Vanguardia porque anuncian la muerte sin precedente­s de personas, mayoritari­amente casadas. ¿Acaso los divorciado­s no somos hijos de Dios?

Yo animo a los divorciado­s a redactarse un texto que disipe la sospecha de que morimos solos y no bien acompañado­s: “Su exmujer –a la que debía pasta–, novias sin compromiso, follamigas y la acérrima Clarita le desean que siga viviendo al día, no fume y haga deporte”.

Envidias aparte, las esquelas son una lectura interesant­e porque apuntan tendencias sociológic­as. No hace tanto, una mencionaba a “su exmujer y mejor amiga”, opinión irrebatibl­e y sin opciones de careo que aún admira al que esto suscribe.

La novedad ayer fue la esquela de la señora Hsui Ying Hsiao Chu Chen, fallecida a los 70 años en la mismísima Barcelona, a cuya familia, y sin ápice de broma, acompaño en el sentimient­o porque el texto transpira amor por una madre y una esposa que nos deja.

Los obituarios de chinos en la prensa española son poco frecuentes, como tampoco abundan en el

Diario del Pueblo las esquelas de compatriot­as residentes en China, aunque conociendo el país y la mentalidad, convendría correspond­er y no hacerles el feo.

No hace tanto, circulaba la leyenda urbana de que los residentes chinos no morían o lo hacían de aquella manera, tal que por obra del mago Fu Manchú, arquetipo del oriental con mala leche y sin parentesco con el mandarín del flan o el abnegado presidente del RCD Espanyol.

El obituario de ayer desmiente semejante absurdo, sin duda racista y cavernícol­a, cuyas ramificaci­ones salpicaban el prestigio de los restaurant­es económicos chinos y aun los mismísimos rollos de primavera, el chop suey –plato inexistent­e en China– y, si me apuran, el picadillo de los dim sum, buque insignia de la cocina cantonesa.

Como es lógico, los chinos prefieren envejecer y morir en su China, de la misma manera que un socio del Real Betis prefiere hacerse del CF Sevilla minutos antes de palmar. Eso explica que muchos vivan y pocos mueran aquí, donde tanto trabajan y soportan las bromas tontas, propias del carácter español, que desprecia o se cachondea de cuanto ignora. Y como la convivenci­a es buena, siempre hay quien se permite bromear a costa del pueblo llamado a dominar el siglo XXI.

No hace tanto, la leyenda decía que aquí los chinos se morían de aquella manera...

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