La Vanguardia

El agua está muy cara

- Margarita Puig

Puesto que mamá era nadadora, mis hermanas y yo no tuvimos opción, fuimos nadadoras y, a remolque, todas mis primas y hasta un par de vecinas quisieron también ser nadadoras. Todas de sincroniza­da, como mamá, que es alta, rubia, deportista y entonces conducía motos de gran cilindrada. ¿Y los chicos? ¿Mi hermano? ¿Natación o waterpolo? Waterpolo… trabajas en grupo, haces piña y es más divertido. ¡No se hable más. Todos al agua! Y a tirar de sagas.

Así que mientras ellos (los hombres de casa), bajaban al Natació, nosotras (y las primas y las vecinas...) subíamos en tropa a Can Caralleu. El Mini rojo trepaba lunes, miércoles y viernes por Sarrià todavía sin túneles y custodiado por casitas centenaria­s cargado como un autocar de escuela. Y los días alternos solíamos peregrinar también bajo la tutela de mamá y en grupo. Andando o en metro, hasta la Sant Jordi, desde donde luego (con el pelo empapado y la noche y el transporte público clausurado­s) el propio entrenador, César Villegas, nos devolvía a casa. Para cerrar un nuevo día. Deberes, cena, cama…

Esa era nuestra vida, ese era nuestro recreo. En lugar de matar el tiempo delante de la tele como hacía la mayoría lo bailábamos en el agua. En piscinas cedidas, rogadas. Primero fuera (entrenando en seco), luego amontonada­s tras la corchera más lejana, y ya a última hora por fin a nuestras anchas. Porque cuando ya no quedaban ni nadadores ni waterpolis­tas con sus entrenamie­ntos importante­s, cuando ya se había ido hasta el último conserje, cuando el equipo de limpieza comenzaba a suministra­r cloro al agua, cuando la familia Telerín ya hacía rato que había entonado su Vamos a la cama, entonces, solo entonces, llegaba nuestro turno. El del Kallípolis y de este deporte ahora repleto de grandes medallas que nuestro entrenador chófer (ese César también joyero, anticuario y melómano) nos enseñó a amar en apnea.

“¿Pero qué es exactament­e lo que hacéis, niñas?”, nos repetía la mujer del eterno President una vez por año cuando presentába­mos nuestros triunfos (lo ganábamos todo, todo, todo) sobre los gélidos suelos del Palau de la Generalita­t. Lejos de nuestro hábitat, pero sincroniza­das en sonrisa y disciplina respondíam­os a coro “es como el ballet pero en el agua, lo de Esther Williams, vaya...” y renovábamo­s así, de paso, nuestro acceso a las piscinas prestadas. Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Casi mi vida entera, pero ni la mitad del que a pesar de tanta sequía (¡qué cara sigue el agua!) ha alcanzado la Federació Catalana. Hay que felicitar a todos esos César, que hay unos cuantos (también en natación y en waterpolo, sobre todo en el femenino, por donde transité en mi más feliz década deportiva) porque gracias a ellos todos pudimos nadar. Todos seguimos nadando.

La piscina era toda nuestra cuando ya hacía rato que los Telerín habían terminado su ‘Vamos a la cama’

 ??  ?? POR LA ESCUADRA
POR LA ESCUADRA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain