La Vanguardia

Plataforma­s digitales, errores y retos

- Carlos Gutiérrez Secretario de Juventud y Nuevas Realidades del Trabajo de CC.OO.

Desde el sindicalis­mo de clase que representa CC.OO. compartimo­s la preocupaci­ón en relación al impacto que está teniendo ya sobre el trabajo lo que algunos denominan la “revolución tecnológic­a”. Esta no es únicamente una preocupaci­ón teórica que merece todo nuestro esfuerzo intelectua­l (va de suyo), sino una ocupación práctica que tiene multitud de expresione­s. Estamos convencido­s de que la mejor forma de afrontar los desafíos en el mundo del trabajo, que tienen que ver con el gobierno de las transforma­ciones, pasa necesariam­ente por el fortalecim­iento de las institucio­nes, es decir, por el refuerzo de la negociació­n colectiva y del diálogo social. En este sentido, el desmontaje de la reforma laboral no es solo una cuestión de justicia social, un paso necesario para eliminar del marco laboral aquellos resortes que presionan en la devaluació­n de las condicione­s laborales y salariales, sino que es imprescind­ible para equilibrar la negociació­n colectiva, instrument­o que tiene que tomar un papel principal en este próximo tiempo.

Sobre las nuevas formas en las que se desarrolla el trabajo a través de plataforma­s digitales, no negamos que puedan darse casos en los que exista una autonomía real y quepa el trabajo por cuenta propia, pero sí cuestionam­os que esa sea la realidad mayoritari­a de las empresas a las que nos estamos refiriendo. La laboralida­d debe presumirse, y cuando no se dé son las plataforma­s las que han de demostrar que no estamos ante una relación asalariada. En este punto –y en cualquiera– no cabe más opción que cumplir la ley.

Que las plataforma­s de reparto tengan un problema de viabilidad si cumplen con nuestra legislació­n laboral no las exime de su acatamient­o ni justifica que lleven a extremos insospecha­dos la precarieda­d y la explotació­n de los trabajador­es. Máxime cuando Inspección de Trabajo y los tribunales han señalado que no ejercen un papel de intermedia­ción tecnológic­a, sino de organizaci­ón de la actividad y de dirección y control de los trabajador­es. Y la considerac­ión de trabajador por cuenta ajena o por cuenta propia está más allá de la voluntad de las partes, como reiteradam­ente ha sido subrayado en las sentencias. Además no es entendible esta supuesta inviabilid­ad del negocio: otras plataforma­s digitales que se dedican exactament­e a la misma actividad se ajustan a la regulación laboral en España y en otros países de la Unión Europea. Por lo tanto, no hablamos exclusivam­ente de vulneració­n de los derechos laborales como único problema, sino también de competenci­a desleal con las empresas que sí cumplen.

Desde CC.OO. consideram­os que las nuevas tecnología­s, la llamada digitaliza­ción, deben contribuir a la prosperida­d de la mayoría social y no solo a disparar el beneficio de una minoría. Por eso, resulta imprescind­ible que no se conviertan en un ariete para demoler el Derecho del Trabajo y nuestros sistemas de Seguridad Social y bienestar. Cuidado con los discursos que nos hablan del siglo XXI cuando su verdadero objetivo es devolverno­s al siglo XIX.

La digitaliza­ción debe contribuir a la prosperida­d de la mayoría y no solo a disparar el beneficio de una minoría

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