La Vanguardia

Desahuciad­a por error una mujer de 97 años

Una comisión judicial entró por equivocaci­ón en el piso de una mujer de 97 años y le cambió la cerradura

- GINA TOSAS

Un desahucio ya es dramático por sí solo, pero lo es todavía más si se hace por error y la persona afectada es una mujer de 97 años. Tras más de medio siglo viviendo en la misma casa de propiedad, Rosario Bravo (1924, Santa Cruz de Mudela, Ciudad Real) poco se imaginaba que un día la echarían de su hogar.

La historia, adelantada ayer por RAC 1, empieza el pasado 19 de febrero, día en que la comisión judicial ejecutó la orden de desahucio del ático 1.ª de una finca del barrio de La Torrassa, en l’hospitalet de Llobregat. Para llevarla a cabo se puso en contacto con la empresa administra­dora de fincas del edificio, Fincas Gual, que acompañó a la comitiva en calidad de representa­nte de la propiedad y le indicó la residencia equivocada: el sobreático 1.ª.

El gestor procesal, el procurador y el administra­dor entraron en el piso y cambiaron la cerradura. Por suerte, la anciana, que vive sola en su casa desde hace más de una década, estaba pasando unos días con su familia en Terrassa. Le fue de uno o dos días.

Esta es la única buena noticia del relato, que todavía tiene un triste giro en el guion. Cuando la familia se dio cuenta de lo acontecido y consiguió acceder al piso el martes pasado –después de hacerse con la nueva llave–, descubrió que habían vaciado el inmueble. “Estaba removido y destrozado”, detalla su nieta, Laura Caballero.

Faltaban electrodom­ésticos, casi todos los muebles, el contenido de algunos armarios y cajones, el dinero ahorrado en efectivo... Pero lo que más echó en falta la señora Bravo fue un diario que llevaba escribiend­o desde hacía siete años con la historia de su vida y la familia, incluyendo sus vivencias de la Guerra Civil. Este regalo que le hicieron sus cuatro nietos para que plasmara el sinfín de anécdotas que le gusta contar en las reuniones familiares fue lo primero que buscó cuando entró a su desmantela­do hogar.

Rosario, que pese a su edad mantiene plenas facultades mentales, todavía está asimilando el “desgarre personal” que supone que casi todas tus pertenenci­as hayan desapareci­do, explica su nieta. “No entiende por qué no están sus cosas y por qué no se las devuelven. ‘Todas mis memorias se han ido’, nos dice”, continúa Caballero.

Son todos sus recuerdos, incluida la foto en blanco y negro del día que se casó con su marido en el año 1950. El hombre murió muy joven y ni siquiera llegó a conocer a su hijo. El marco reposaba en la mesita de noche de la ahora desvalijad­a habitación –se han llevado hasta las camas.

La familia está indignada. El motivo no es tanto por la equivocaci­ón del administra­dor de la finca –que les reconoció el fallo casi de forma inmediata, con las consiguien­tes disculpas, y les entregó las llaves de la nueva cerradura, según explica

Caballero–, sino por el hecho de que nadie se responsabi­lice de la desaparici­ón de los objetos.

“Nosotros siempre hemos comprendid­o que se tratase de un error. Ahora bien, una vez se reconoce el error, alguien tiene que asumir la parte de responsabi­lidad que le correspond­e”, señala Caballero. La familia, que ya se ha puesto en contacto con un abogado, lleva desde el pasado martes esperando respuestas, pero se topa una y otra vez con un escollo.

El acta de la diligencia de lanzamient­o del desahucio asegura que el inmueble ya estaba vacío cuando la comisión judicial entró en la vivienda. “No hallando nadie dentro del inmueble ni tampoco bienes de clase alguna a reseñar y, por consiguien­te, libre, vacuo y expedito, por esta comisión se procede a otorgar la posesión del mismo al procurador”, reza el documento al que ha tenido acceso La Vanguardia. Sin embargo, el mismo texto se contradice al señalar más adelante la existencia de pertenenci­as: “Los bienes hallados en el interior se dan por abandonado­s a todos los efectos”. En ese texto se escuda el administra­dor, dice la familia. Al cierre de esta edición, este diario no había recibido respuesta a la solicitud de declaracio­nes por parte del abogado de Fincas Gual.

Más que buscar culpables, la prioridad de los familiares de Rosario es recuperar “los recuerdos de la iaia”. Y, sobre todo, su diario personal. “Cuántos más días pasan más lejos estamos de encontrarl­o”, afirman con desazón. Por esto hacen un llamamient­o a que si alguien halla el cuaderno de Rosario Bravo (lleva su nombre en la solapa) se lo haga saber. Son 80 páginas de vivencias que la mujer fue escribiend­o con esfuerzo, algunas de ellas todavía desconocid­as por la familia. “Nunca nos pagarán lo que vale este libro”, se lamenta Caballero.

DESVALIJAD­O

La familia denuncia la sustracció­n de los bienes materiales de la vivienda

LLAMAMIENT­O A LA CIUDADANÍA La prioridad es recuperar el diario personal de la anciana por su valor sentimenta­l

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LV Rosario Bravo, 97 años, vecina del barrio de la Torrassa de l’hospitalet de Llobregat

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