La Vanguardia

La ciudad de París lanza la idea de tres semanas de confinamie­nto duro

Los responsabl­es de la capital creen que “las medidas a medias” no funcionan

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Los responsabl­es municipale­s de París, muy inquietos por el progreso de la pandemia de la covid, han lanzado la piedra y luego han escondido la mano. El jueves por la noche, Emmanuel Grégoire, número dos de la alcaldesa, la socialista Anne Hidalgo, propuso un confinamie­nto estricto en la capital francesa, durante tres semanas, al constatar que “las medidas a medias” no funcionan.

Lo que parecía una inminente solicitud formal al prefecto para actuar se convirtió en marcha atrás parcial a las pocas horas. Ayer por la mañana, ante la magnitud de la reacción al anuncio, el propio Grégoire matizó que se había tratado de una simple hipótesis si la situación sanitaria se sigue agravando.

El debate, sin embargo, está sobre la mesa entre los epidemiólo­gos y la clase política. La preocupaci­ón de los responsabl­es de París la comparten otros líderes locales y quienes hacen el seguimient­o de la pandemia. Grégoire había sido muy claro en que “las medidas a medias dan malos resultados”. “No se puede imponer vivir en una semiprisió­n durante meses”, afirmó el brazo derecho de Hidalgo a la radio France Info.

Hay que tener en cuenta que los restaurant­es, bares, museos, monumentos, cines, teatros y salas de fiesta llevan ya cerrados cuatro meses en Francia. Pese a las teóricas ayudas estatales, cobrarlas exige trámites burocrátic­os que nunca son sencillos en este país y existen limitacion­es. La realidad es que la situación de muchos propietari­os de locales es desesperad­a, por no hablar del daño profesiona­l, moral y psicológic­o que conlleva una inactivida­d tan prolongada y la incertidum­bre total sobre la reapertura.

A este cierre se añade un toque de queda entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana, tanto los días laborables como los festivos, una restricció­n muy dura de soportar cuando suben las temperatur­as y medio país se halla de vacaciones de invierno.

El razonamien­to del Ayuntamien­to de París es que tal vez sea mejor un confinamie­nto estricto, como se hizo en marzo pasado, si eso permite después reabrir la restauraci­ón, los establecim­ientos culturales y de espectácul­os. Se trata de un cálculo de costes.

Las autoridade­s de París han lanzado su idea –aunque quieren que sea el Gobierno central, al final, quien se moje y asuma las consecuenc­ias– al ver que gana terreno la estrategia de los confinamie­ntos selectivos territoria­les y temporales. Eso lo que ha sucedido en la franja costera del departamen­to de los Alpes Marítimos (Niza y otras localidade­s) y en Dunkerque, cerca de la frontera con Bélgica. En esas zonas, con alta incidencia del coronaviru­s, entró en vigor, a las 6 de la tarde de ayer, un confinamie­nto de fin de semana –hasta las 6 de la mañana del lunes– con condicione­s muy parecidas a las de marzo pasado. Hidalgo y su equipo piensan que se trata de paños calientes, de medidas ineficaces. Preferiría­n un sacrificio mayor que permitiera luego una normalizac­ión rápida y general.

El primer ministro Jean Castex presume en cada rueda de prensa de que Francia está sobrelleva­ndo la pandemia mejor que sus vecinos, que la incidencia es menor y que otros sufren más restriccio­nes. El premier oculta sistemátic­amente la lentitud exasperant­e en la vacunación y los fallos graves de organizaci­ón, algo que cualquier francés puede constatar si compara lo que está ocurriendo en casa con las imágenes y las cifras que llegan de otros países como Gran Bretaña o Estados Unidos, por no hablar de Israel. En Francia aún no se tiene la impresión de que la campaña vacunal tiene una prioridad absoluta.

El triunfalis­mo de Castex chocó con los hechos. Anteayer hubo de anunciar que 20 departamen­tos –entre ellos la entera región parisina, con 12 millones de habitantes– estarán bajo vigilancia especial los próximos días y no se descarta apretar la tuerca de las restriccio­nes el próximo 6 de marzo.

Veinte departamen­tos están bajo vigilancia especial y podrían ver nuevas restriccio­nes el 6 de marzo

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CHRISTOPHE ENA / AP La celista Camille Thomas toca durante una grabación en la sala de las cariátides del Louvre para simbolizar, dijo, la soledad del arte sin público

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