Allá por los años sesenta
Para conmemorar los 140 años de La Vanguardia, el periódico ofrece información de múltiples marcas comerciales que lo han acompañado en el transcurso del tiempo, como Cacaolat, que sigue vigente en la actualidad. Por eso deseo explicar la íntima relación que tuve con esta bebida en mi infancia.
Un día cercano al año 1960, jugando a pelota en la entonces llamada plaza de Huesca, un ojeador del Barça se fijó en mí, y me entregó una nota para que me presentara a unas pruebas con el equipo infantil del club. Este es el momento en que Cacaolat entró a ser cómplice, durante un año, de mi felicidad. Casi diariamente, en una granja de mi calle, adquiría mi botellín, frío en verano y templado en otras estaciones. Me iba a continuación al viejo campo de La España Industrial, y la sensación de acariciar la hierba mojada a causa del rocío, y luego tocar el balón con la camiseta azulgrana, era indescriptible y me daba la felicidad total. Esta relación con el fútbol y con esta bebida tan nuestra me ha marcado.
Carlos de Buen Barcelona