La Vanguardia

Diana vestía de azul

Al mismo tiempo que los golpistas salían del Congreso, en Londres se anunciaba el matrimonio de Carlos de Gales

- Mariángel Alcázar

En la película Casablanca, Rick

(Humphrey Bogart) recuerda a Ilsa (Ingrid Bergman) la última vez que la vio, en París, mientras los nazis entraban en la ciudad: “Los alemanes vestían de gris. Tú vestías de azul”.

Algo así pasó el 24 de febrero de 1981, cuando mientras los golpistas huían por las ventanas del Congreso y otros, antes de ser detenidos, saludaban marcialmen­te a Tejero, el jefe de la asonada militar, otro acontecimi­ento marcó aquella mañana al anunciarse, en Londres, el compromiso matrimonia­l del príncipe Carlos de Inglaterra y lady Diana Spencer: los guardias civiles vestían de verde y

Diana, de azul .

Tras semanas de especulaci­ones, en las que la joven lady fue captada en el jardín de la guardería en la que trabajaba con una falda trasparent­e, por fin, como prometida oficial del príncipe de Gales, apareció en público vestida en consonanci­a con el rancio y, al mismo tiempo, eficaz, estilo de los

Windsor. Un conjunto azul Klein de falda y chaqueta sobre una blusa con lazada blanca con gaviotas estampadas. Fue comprado en Harrods, los grandes almacenes londinense­s que años más tarde acabarían en manos de Mohamed al Fayed, padre de Dodi, quien, el 31 de agosto de 1997, moriría junto a Diana en el fatal accidente del puente del Alma, en París.

Pero el día del compromiso matrimonia­l lo que supimos es que Carlos, en aquel momento y, a pesar de sus orejas, el soltero más codiciado de Europa, por fin había encontrado su princesa: una joven, tímida y virginal aristócrat­a inglesa que, tal como se había vestido, no desentonab­a con el entorno. La elección del traje azul Klein estuvo condiciona­da por el color de la piedra de su anillo de compromiso: un enorme zafiro rodeado de brillantes que la pobre Diana no se quitó nunca, ni al separarse de Carlos en 1992, ni tras su divorcio en 1995.

De hecho, la princesa de Gales llevaba ese anillo consigo el día de su muerte y fue uno de los objetos personales que la policía entregó al príncipe Carlos cuando fue a recoger el cuerpo de su exesposa al hospital de la Pitié-salpêtrièr­e, de París, donde la madre de Guillermo y Enrique murió como consecuenc­ia de las graves heridas sufridas en el coche estrellado.

Ese anillo, al igual que las joyas personales de Diana, que no las de que pertenecía­n a la corona británica, pasó a la herencia que recibieron sus hijos. En su testamento, la princesa dejó la mayor parte de sus pertenenci­as a sus dos hijos y dejó escrito que cada uno de sus 17 ahijados recibiera también algún objeto de su joyero. En el sorteo de las joyas fue a Enrique a quien correspond­ió el anillo de compromiso de su madre pero cuando Guillermo se comprometi­ó con Kate Middleton le pidió a su hermano un cambio. Le cedía dos joyas de su madre, un broche de diamantes y un anillo con una aguamarina por el zafiro. Así se hizo y la ahora duquesa de Cambridge recibió el anillo de compromiso de la que hubiera sido su suegra. En su pedida, Catalina también llevó un vestido azul para combinar con el zafiro que ahora luce tan feliz sin hacer caso de las superticio­nes.

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