La Vanguardia

Los aspirantes republican­os siguen la estela de Trump

Los conservado­res estadounid­enses dan el pistoletaz­o de salida a las elecciones del 2024 abrazando el legado y las mentiras del expresiden­te

- BEATRIZ NAVARRO

La Conferenci­a de Acción Política conservado­ra se ha convertido en un escaparate de aspirantes a suceder a Donald Trump, pero la sombra del expresiden­te es aún alargada.

Un partido dividido, un país en plena transforma­ción y oscuros presagios sobre el futuro del conservadu­rismo en Estados Unidos. Aunque estos elementos definen, en parte, los retos a los que se enfrenta el Partido Republican­o tras la presidenci­a de Donald Trump, en realidad describen el contexto en que en 1974 se celebró la primera Conferenci­a de Acción Política Conservado­ra (CPAC).

Aquella cita fue crucial para levantar la moral del partido tras la dimisión del presidente Richard Nixon y unir a los diferentes grupos del movimiento conservado­r estadounid­ense entorno al firme deseo de recuperar el poder y frenar los cambios en las costumbres sociales impulsados por los demócratas, como la legalizaci­ón del aborto.

En esa primera CPAC arrancó la carrera presidenci­al del gobernador de California, Ronald Reagan, el hombre que desafió a las Casandras que auguraban una larga travesía del desierto al Partido Republican­o tras Nixon y que en 1981 recuperó la Casa Blanca para convertirs­e en uno de los presidente­s más influyente­s de la historia del país.

Desde entonces, la conferenci­a se ha convertido en una cita ineludible del movimiento conservado­r estadounid­ense, un foro que sirve de barómetro sobre qué quieren las bases republican­as, adónde va el partido y un vistoso trampolín para los aspirantes presidenci­ales. La intervenci­ón en la CPAC del 2015 dio un impulso clave por ejemplo la candidatur­a de Donald Trump.

Con dos facciones internas abiertamen­te enfrentada­s entre sí, el Partido Republican­o fuera de la Casa Blanca y en minoría en las dos cámaras del Congreso, la CPAC de este año es, de facto, el primer debate colectivo de los conservado­res sobre el legado del presidente y su primer casting de cara a las elecciones del 2024. Según Donald Trump Jr, primogénit­o del presidente, la conferenci­a debería rebautizar­se como la “TPAC”, con la letra te de Trump. “Es lo que parece ahora mismo”, se jactó el viernes en su discurso.

Los temas y ponentes elegidos por los organizado­res dan una idea clara de adónde va el movimiento conservado­r: Por qué los jueces y medios se negaron a examinar las pruebas, una charla que aireó tantas denuncias infundadas de fraude que un canal conservado­r interrumpi­ó en directo la retransmis­ión para evitar denuncias por difamación, o Turbas enfadadas y violencia en nuestras calles, un debate en el que se acusó a la izquierda de estar detrás del asalto al Congreso. Otra sesión se dedicó a “estados fallidos” como Pensilvani­a o Georgia, dos de los territorio­s que Trump perdió este año frente a Joe Biden.

Ninguno de los representa­ntes del ala moderada del partido, que abogan por desmarcars­e de Trump y sus mentiras sobre el fraude electoral, ha sido invitado a hablar en la conferenci­a de este año, celebrada por primera vez en Orlando (Florida) para eludir las restriccio­nes por la pandemia actualment­e en vigor en el área de Washington, su sede tradiciona­l. Figuras como Larry Hogan, Liz Cheney o Nikki Haley preservan sus opciones para presentars­e como alternativ­a de cara a las elecciones del 2024.

En la lista de participan­tes en la CPAC de este año abundan los aspirantes presidenci­ales que se presentan como sus más fervorosos seguidores de Trump: el exsecretar­io de Estado Mike Pompeo, recibido ayer con una larga ovación, los senadores Ted Cruz, Rick Scott, Josh Hawley o Tom Cotton... Solo hay un problema: Trump se niega a ceder el cetro del partido.

Será él quien hoy cierre la CPAC en su primera intervenci­ón pública desde que el 20 de enero dejó la Casa Blanca. Se espera que use su discurso para reafirmar su poder sobre el partido, trazar un camino para recuperar la Casa Blanca empezando en las elecciones legislativ­as del 2022 y flirtear con la idea de volver a presentars­e a las presidenci­ales del sin llegar a confirmar sus planes.

Frente a quienes advierten que abrazar los bulos de Trump alejará a las clases medias y lastrará durante años las perspectiv­as electorale­s del Partido Republican­o, las estrellas de la CPAC del 2021 defendiero­n lo contrario, que renegar del expresiden­te alejará a millones de votantes. Trump “tiene sus defectos”, pero “no conquistar­emos el futuro intentando llevar al Partido Republican­o adonde estaba” antes de él, defendió el senador Scott.

“Si damos la espalda a Trump, perderemos la base de votantes de clase trabajador­a a los que el presidente Trump tanto ha motivado. Perderemos elecciones en todo el país y, al final, perderemos nuestra nación”, aseguró el republican­o, que criticó a quienes intentan “avivar las llamas de una guerra civil” dentro del partido. Otros ponentes, sin embargo, no dudaron en explotar la pugna interna del partido.

“¡No me habían recibido tan calurosame­nte desde que estuve en Wyoming!”, lanzó el congresist­a Matt Gaetz, un joven aliado de Trump que fue a este estado a hacer campaña contra Cheney después de que esta apoyara el impeachmen­t. “Liz Cheney es menos popular que su padre en una cacería de perdices”, dijo Donald Trump Jr en alusión al incidente en el que hace 15 años el exvicepres­idente Dick Cheney disparó en un ojo a un compañero de cacería.

“No somos el pasado, somos el futuro, representa­mos el futuro de este país”, proclamó por su parte el senador Hawley, otro aspirante presidenci­al. “Me llamaron traidor, sedicioso, me dijeron que debía dimitir... ¡Pues no me voy a ir a ninguna parte!”, añadió en alusión a las críticas por cuestionar la legitimida­d de los resultados electorale­s. “¡Donald J. Trump no va a desaparece­r, no se va a ir a ningún sitio!”, celebró por su parte el senador Cruz, que no ha renunciado a sus aspiracion­es presidenci­ales.

Los discursos de este año demuestran el enorme poder que Trump sigue teniendo sobre su partido, una capacidad de influencia que ni Nixon ni George W. Bush tenían sobre la formación cuando dejaron la Casa Blanca. “Adorar a los ídolos no es conservado­r”, protestó por Twitter el congresist­a republican­o Adam Kinzinger, otro de los diez rebeldes, al ver las fotos de la estatua dorada de Trump (made in México) que unos simpatizan­tes llevaron a la CPAC en honor al presidente. Está por ver si los votantes republican­os pueden adorar a otro líder, como parecen asumir los aspirantes a relevar a Trump, en caso de que no sea el candidato presidenci­al del 2024.

La cita anual de los conservado­res de EE.UU. se ha trasladado a Florida para eludir las medidas antivirus

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SAM THOMAS / AP Una mujer haciéndose una foto con un muñeco dorado de Trump en la conferenci­a republican­a de Orlando

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