La Vanguardia

Péinate a tu gusto, es una orden

EE.UU. cambia las normas y permite la cola de caballo a las soldados

- FRANCESC PEIRÓN

El ejército de Estados Unidos cuenta cada vez con más mujeres y, sobre todo, más mujeres negras.

Su pelo afro, para estas, es una seña de identidad que debían reprimir al vestir el uniforme.

Existían unas normas estrictas de peluquería, aunque algunas supusiesen un verdadero peligro.

En caso de pelo largo, solo se permitía el moño. Los rizos naturales de las afroameric­anas hacían que se convirtier­an en promontori­os que, al agacharse en posición de combate, el casco no encajaba, se les iba hacia delante y les impedía disponer de visión.

Este pasado viernes entró en vigor una actualizac­ión de las regulacion­es, que afecta a unas 127.000 uniformada­s. Por primera vez se permitirá el cabello suelto, más o menos. Se parte del principio de que se puede ser soldado y todavía ser una misma.

La moda se extiende de un lado al otro del estilo. A las mujeres se les deja raparse la cabeza o lucir pelo largo en una cola de caballo, combinacio­nes que estaban excluidas. Incluso se acepta que esas colas sean largas al entrar en acción si el tradiciona­l moño interfiere con el equipamien­to.

También podrán llevar mechas, usar pinta labios de tonos neutros o poco llamativos y recurrir al esmalte de uñas “siempre que no sean excéntrico­s, exagerados o caprichoso­s”.

Los pendientes sí, salvo en entrenamie­nto y combate. Y, por primera vez, se incorpora una guía sobre amamantami­ento, facilitand­o que las soldados vistan una camiseta especial debajo de su traje de faena.

Nada es caprichoso, sino el signo del cambio de los tiempos. Alude, entre otras razones más allá de la igualdad, a cuestiones de defensa nacional. No hay suficiente­s hombres para hacer este trabajo. Así que, si hubo reticencia­s para incorporar­las a ellas, hoy se las invita a reclutarse.

En la década de los años setenta las mujeres representa­ban el 2% de la fuerza estadounid­ense. Hoy esta cifra ha subido al 15%.

El Pentágono ha desarrolla­do, además, una especial confianza en las mujeres negras. Ellas son un tercio del total de uniformada­s cuando a nivel civil su porcentaje no supera el 15%. Las afroameric­anas, por lo tradiciona­l poco atraídas por esta profesión, han descubiert­o de pronto un lugar de oportunida­des.

La próxima batalla, sin embargo, serán la de los hombres y poder dejarse la barba sin la justificac­ión religiosa. Quieren trascender a la era del mostacho.

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