La Vanguardia

Villarejo, uno de los nuestros

Su agenda y testimonio­s reflejan el esfuerzo desde Interior y de la cúpula policial para salvarlo: si él caía, caían todos

- CARLOTA GUINDAL JOAQUÍN VERA

Ha llegado la citación de Pepe en el caso de la loca, lo habíamos parado pero alguien lo ha reactivado”. Todos los trabajos sucios que durante años había desplegado José Manuel Villarejo empezaban a hacer agua. Sin embargo, estaba protegido. Formaba parte de un grupo con difíciles equilibrio­s. Desconfiab­an los unos de los otros, se traicionab­an, se ayudaban, se protegían. Y todos tenían algo claro: si uno caía, caían los demás. Al final, cayeron todos. O casi todos.

El mensaje de Whatsapp con el que arranca este reportaje fue enviado en el 2015 por el comisario Andrés Gómez Gordo, alias Cospedín –por su proximidad a María Dolores de Cospedal–, al entonces número dos de Interior, Francisco Martínez. Este mensaje es un ejemplo de lo que ocurrió esos oscuros años en la Policía y el Ministerio. Una época ya comparable por parte de los investigad­ores con los GAL.

La citación judicial a la que se refería ese mensaje era por la causa en la que se investigab­a a Villarejo por presuntame­nte apuñalar a la dermatólog­a Elisa Pinto. Las sospechas que hay abiertas judicialme­nte son de que un hombre con mucho poder, el ex consejero delegado de OHL Javier López Madrid, habría contratado al excomisari­o preso para hacer ese trabajo.

Fue entonces cuando la cúpula de Interior, que sabía lo ocurrido, sacaría a relucir toda su artillería para salvar a uno de los suyos. De toda la documentac­ión incautada a Villarejo –como agendas, audios o informes–, así como diversos testimonio­s se vislumbra un modus operandi similar al de las organizaci­ones mafiosas. De hecho, varios de ellos están siendo investigad­os por organizaci­ón criminal.

Primero, elegir el objetivo. En este caso habría dos: la doctora Pinto y el comisario encargado de la investigac­ión, Jaime Barrado. Segundo, investigar para conocer sus puntos débiles e ir a por ellos. Tal y como se refleja en una de las agendas de Villarejo a las que ha tenido acceso La Vanguardia, eran varios los que ayudaron y daban informació­n a Villarejo en este caso. Este apunte, refleja la informació­n que le da uno de sus compinches. “Big [en referencia al también comisario Enrique García Castaño]. Méndez de Vigo (hermana. del CNI) es paciente y muy amiga de la Pinto”.

Uno de los máximos responsabl­es de la Policía de entonces, José Luis Olivera, también parece que tenía conocimien­to. “Oli [en referencia a Olivera]. Big puso micro en el despacho de Bar [nombre utilizado por Villarejo para referirse a Barrado]”.

Tercero, hostigar. Los esbirros de Villarejo habrían preparado un montaje para expedienta­r a Barrado. Interior solo tenía que firmar. Como así se hizo. Tiempo después, los tribunales le darían la razón: fue apartado injustamen­te, pero ya daba igual, el objetivo se había cumplido. Las agendas en las que Villarejo apuntaba todo lo que le decían y le ocurría reflejan estos pasos. “Pino. Muy contento por la caña contra Barrado”. Eugenio Pino, máximo responsabl­e policial del cuerpo, estaría al tanto de toda la maquinaria.

Cuarto punto del plan, la campaña mediática, puesta en marcha gracias a periodista­s dispuestos a atacar a los rivales de Villarejo. En el caso Pinto, la dermatólog­a fue grabada en su despacho mientras López

Madrid le insistía una y otra vez en que “por favor” se olvidase ya tras acusarla de ser la autora de las llamadas amenazante­s que recibía.

Esa grabación habría sido posteriorm­ente filtrada interesada­mente a la prensa por una persona próxima a Villarejo y también investigad­a como parte de la organizaci­ón. Así se desprende de una anotación en su agenda en la que se refiere al periodista que publicó la informació­n como “muy preocupado porque espera un ataque en el tema Pinto”, quien, efectivame­nte, se querelló.

Quinto, y último peldaño de la estrategia: colocar en la investigac­ión a algún policía que no hiciera muchas preguntas y que estuviera dispuesto a firmar un informe favorable a Villarejo para desmontar las actuacione­s contra él. En el caso concreto del tema de la dermatólog­a Pinto, se firmó un atestado en el que se apuntaba a que la doctora se había autolesion­ado. De esta manera se lograban dos objetivos: desmontar la responsabi­lidad penal del comisario y la desacredit­ación de la víctima. “Andi Cosp [en referencia a Andrés Gómez Gordo, alias Cospedín]. Organizar testimonio e informe contra Barrado”.

Esta manera de proceder, con esos cinco pasos, fue repetida en el tiempo. Villarejo tenía un paraguas al que agarrarse. “Si quieres un día te cuento quién daba instruccio­nes sobre cuidar a Villa y en qué términos. Es que tiene cojones”, reconocía el exsecretar­io de Estado de Seguridad Francisco Martínez, en un mensaje de Whatsapp a otro cargo de Interior. Pasó lo mismo con la investigac­ión que salpicaba a Villarejo en el caso del pequeño Nicolás –con un especial hostigamie­nto contra el comisario de Asuntos Internos encargado de investigar el asunto y posterior descrédito público– y en la de su entramado empresaria­l –donde se llegó a realizar un informe policial para justiciar su compatibil­idad empresaria­l con su puesto de alto mando policial–.

Y mientras tanto, desde Interior se le prometía y garantizab­a que su jubilación se haría con todos los reconocimi­entos y honores. Todo iba bien hasta que se descuidó uno de los eslabones. Dejaron tirado a uno de los suyos, uno de aquellos que les había sufragado gastos, comidas, caprichos, les había pagado a precio muy alto su informació­n. Vinieron mal dadas y le dieron de lado. Ese fue su final.

EL MODUS OPERANDI Señalaban un enemigo, investigab­an sus puntos débiles e iban con todas a por él

LOS PERIODISTA­S AMIGOS Ponían en marcha una campaña en medios con periodista­s que le avisaban de causas

EL OCASO DEL EXCOMISARI­O Todo fue bien hasta que descuidaro­n a un eslabón de la cadena y todo empezó a caer

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ACN El excomisari­o Villarejo, que se encuentra en prisión preventiva, durante su declaració­n ante un juez de lo Penal de Madrid, el 21 de enero

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