Barcelona pierde habitantes que marchan a pueblos pequeños
El Ayuntamiento detecta un descenso de más de 13.000 empadronados entre enero y octubre
La primera fotografía demográfica que ha dejado la covid es el ligero trasvase de población de Barcelona a localidades más pequeñas, de menos de 5.000 habitantes, en la costa o en la montaña. El Ayuntamiento ha realizado un primer análisis, todavía muy provisional, sobre esta tendencia constatando que hasta el pasado 1 de octubre habrían dejado la capital alrededor de 16.000 personas, de las cuales un máximo de 6.000 podrían haberse instalado en pueblos fuera del área metropolitana de Barcelona, el destino habitual en situación normal.
El estudio El moviment migratori de Barcelona en temps de Covid-19, realizado por el departamento de Estadística y Difusión de Datos municipal, verifica que tras declararse la pandemia esta ciudad invirtió la línea ascendente en el padrón encarrilada en los últimos años.
Tal como apunta el concejal de Presidencia, Jordi
Martí, este descenso se debe a distintos factores. De un lado, entre marzo y final de septiembre se registraron unas 3.600 muertes más de lo normal, que serían atribuibles a la covid; además, la llegada de migrantes cayó en picado y, por el contrario, aumentó el número de ciudadanos que dejaban Barcelona para asentarse en otros lugares de Catalunya.
Los autores de dicho informe precisan que si antes de la pandemia los migrantes marcaban la pauta de evolución de la población, a partir del pasado junio, cuando se levantó el confinamiento domiciliario, y hasta el 1 de octubre, se detecta un incremento del 8% de los movimientos hacia otros destinos catalanes desde Barcelona. Por el contrario, bajan casi un 44% los migrantes procedentes del exterior en comparación con el mismo periodo del 2019.
EFECTO COVID
Un máximo de 6.000 personas se habrían empadronado en otras localidades
Los nuevos hogares, sean temporales, hasta que vengan mejores tiempos, o ya definitivos, suelen ubicarse en segundas residencias o en casas de familiares. Las limitaciones de movilidad, quizás más penosas en grandes urbes, y la expansión del teletrabajo y de la educación a distancia facilitan un nuevo estilo de vida. Es una etapa en que no son pocas las personas que prefieren vivir junto a entornos naturales donde la sensación de libertad es mayor y el acceso a la montaña o la playa más fácil.
Falta ver si una vez se recupere una cierta normalidad, este colectivo regresa al punto de partida o
MÁS NATURALEZA
De Bellver a Altafulla: la preferencia ya no son otros municipios metropolitanos
no. La flexibilidad laboral abre nuevos horizontes, poder compatibilizar Barcelona con el pueblo es otra opción. “No sabemos si cuando acabe la covid este fenómeno se consolidará o será una anécdota y volveremos a la situación anterior”, apunta el concejal Jordi Martí.
Este relativo éxodo lo han protagonizado principalmente vecinos de barrios de renta alta, de Pedralbes, Tres Torres, El Putxet i el Farró, Vila Olímpica o Diagonal Mar.
Así, Barcelona pasó de los 1.666.772 vecinos del 1 de enero del 2020 a los 1.653.678 del 1 de octubre.
El documento elaborado por la Oficina Municipal de Dades (OMD) destaca los municipios “con un saldo migratorio atípico” en comparación con los años precedentes; es decir, los que no solían recibir tantos barceloneses como ahora. Desde Bellver de Cerdanya hasta La Pobla de Segur o Altafulla, que durante el 2020 ganó 267 empadronados de una población que ha alcanzado las 5.574 personas, un 5% más, mientras que el ritmo de crecimiento en años anteriores rondaba el 1%. Más destacado es el caso de Bellver de Cerdanya, con 183 más hasta llegar a un total de 2.188, lo que representa una subida del 9%.
También son significativos los movimientos registrados hacia localidades de hasta 50.000 habitantes de la provincia de Tarragona y de hasta 20.000 de las de Barcelona y Girona. Así, Calafell, que en menos de 20 años ha duplicado su padrón, ronda actualmente los 29.000 vecinos, 1.400 más que a 1 de enero del 2020. Este aumento es superior a la media de mil personas más anuales observada anteriormente.
Al igual que Altafulla, Calafell es un enclave de playa con un parque importante de segundas residencias. Fuentes del Ayuntamiento precisan que la población real se acercaría a los 50.000 residentes.
Los cambios se manifiestan así en estos destinos más pequeños, sin apreciarse “anomalías significativas entre Barcelona y el conjunto de municipios de más de 50.000 habitantes”.
Pocos habrían augurado que en el 2020 se produciría un cambio tan relevante en los movimientos migratorios, que las salidas de la ciudad serían superiores a las llegadas de hombres y mujeres de otros países. En este sentido, el director de la OMD. Màrius Boada, recuerda que las operaciones en el aeropuerto de El Prat pasaron de una media de 1.000 diarias a un centenar. Asimismo, también ha influido un leve descenso de los nacimientos, que han pasado de mil mensuales a un promedio de entre 900 y 950.
Un análisis más detallado en los próximos meses, cuando se actualicen los datos del padrón, permitirá determinar con mayor exactitud el alcance de estos desplazamientos fuera del área metropolitana. Desde la OMD insisten en que el padrón “no ofrece una visión fiable de la evolución en tiempo real de la población, pues hay una serie de movimientos que se incorporan con retraso”. Asimismo, recuerdan que para algunas personas estar empadronadas en un municipio no significa que sea su lugar de residencia. Este tipo de emigrante que ha emergido a causa de la covid sigue teniendo vínculos muy intensos con su ciudad. La incógnita es cuántos mantendrán este estilo de vida más allá de la pandemia.
Residentes en Pedralbes o Diagonal Mar se instalan en segundas residencias
La incógnita es qué pasará cuando acabe la pandemia: ¿la gente regresará a la ciudad?