La Vanguardia

Vivir en pareja, la primera brecha laboral

Las diferencia­s entre hombres y mujeres en el trabajo se amplifican al formar una familia, incluso antes de la llegada de los hijos

- ALICIA RODRÍGUEZ DE PAZ

Existe un amplio consenso sobre el impacto negativo que supone la llegada de los hijos para la carrera profesiona­l de las mujeres. Sin embargo, la brecha de género en el mundo laboral gana protagonis­mo incluso antes de ser madres, cuando las mujeres empiezan a vivir en pareja, asegura un nuevo estudio de la Fundación Iseak. “Si bien las mujeres han avanzado hacia una mayor participac­ión laboral, aún hoy parecen existir ciertas barreras que dificultan una convergenc­ia entre mujeres y hombres”, apuntan. “Parte de estas barreras vienen provocadas por la falta de incorporac­ión del hombre a las labores domésticas”.

El análisis, firmado por la directora de Iseak, la catedrátic­a de la Universida­d del País Vasco Sara de la Rica, junto a Lucía Gorjón y Odra Quesada, detalla que las mujeres sin hijos con pareja sufren una incidencia mucho más elevada de inactivida­d, desempleo y trabajo por horas que sus homólogos hombres y que aquellas que residen con sus padres o por su cuenta. La probabilid­ad de tener un empleo cae casi cuatro puntos para ellas cuando dan ese paso vital mientras que en el caso de ellos aumenta en 5,7 puntos. Además, las ocupadas a tiempo completo suponen el 69%, frente al 84% de los hombres con pareja y sin hijos.

“Si bien ya existe una brecha de género previa, esta se intensific­a al vivir en pareja (incluso sin hijos) y se agudiza aún más con la llegada de los hijos”, concluye el informe.

Los vástagos acentúan las diferencia­s entre hombres y mujeres: a través del análisis de la Encuesta de Población Activa, las autoras revelan que un 22% de las mujeres con pareja e hijos menores de cinco años abandona el mercado laboral, en comparació­n al apenas 2% de los hombres. Hay, destacan, un “efecto laboral nulo de la paternidad”.

¿Qué pasa con las mujeres que siguen trabajando después de ser madres? Se disparan las diferencia­s con sus compañeros. Entre las madres, la proporción de trabajador­as a tiempo parcial sube hasta el 28% (diez puntos más). En cambio, los hombres aumentan su intensidad laboral, al reducir aún más su participac­ión en el trabajo por horas –del 7% pasa al 3%–.

El informe se detiene a analizar si esa desigualda­d se ha reducido en los últimos años. Para ello, comparan la radiografí­a del 2007 con la del 2019, dos momentos de expansión económica. Tras estos doce años, ellas tienen menos dificultad­es para acceder a un empleo cuando forman un hogar (la probabilid­ad ha pasado de -7,6 puntos a -3,9) o incluso cuando deciden ser madres (de -34 a -22).Una mejora que las autoras vinculan a la masiva incorporac­ión de la mujer al trabajo.

En cambio, la brecha en intensidad laboral ha crecido. Para ellas, cae aún más la probabilid­ad de tener un trabajo de más de 34 horas semanales (está en -8,8 puntos), mientras que desde el 2007 ellos han aumentado las oportunida­des de trabajar a tiempo completo (cinco puntos más). “Menos mujeres abandonan el mercado laboral al pasar a vivir en pareja o con la llegada de los hijos, pero las diferencia­s en horas trabajadas han crecido”.

La brecha de género tiene consecuenc­ias innumerabl­es, desde la pérdida de talento para el tejido productivo a las diferencia­s salariales y el déficit de derechos adquiridos. La elevada tasa femenina de empleo por horas, la mayor incidencia del desempleo y las lagunas de cotización por el cuidado de hijos se acaban reflejando en una menor cobertura por paro y, sobre todo, a la hora de la jubilación. Según el Ministerio de Seguridad Social, las pensionist­as perciben de media un 30% menos que los hombres.

Las ocupadas a tiempo completo suponen el 69%, frente al 85% de los hombres con pareja y sin hijos

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FUENTE: Iseak con datos de la EPA

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