La Vanguardia

En África desde Barcelona

- BLANCA GISPERT

Existen pocas personas que ejemplifiq­uen tan bien el potencial del teletrabaj­o y la globalizac­ión como Sacha Poignonnec. Este emprendedo­r nacido en Perpiñán hace 40 años se acaba de instalar a Barcelona para dirigir en remoto la empresa Jumia, una de las mayores plataforma­s de comercio electrónic­o en África.

Poignonnec fundó la compañía en el 2012 junto a Jérémy Hodara. Juntos soñaban con crear el Amazon africano para abordar las necesidade­s de la creciente clase media en el continente. Empezaron en Nigeria y se expandiero­n por distintos países del continente. También abrieron oficinas en varias partes del planeta... Por supuesto, en capitales africanas como Lagos, donde está la sede central, El Cairo, Dakar o Ciudad del Cabo, pero también en otras ciudades como Dubái, Nueva York, París, Oporto, Shenzen o Berlín... Recibieron el apoyo inversor de referentes en el sector: la incubadora alemana Rocket Internet y, más tarde, grandes firmas globales como Goldman Sachs, Mastercard, Orange o Axa. Levantaron unos 800 millones de euros hasta que hace un par de años sacaron la compañía a cotizar en Wall Street. Lejos de alcanzar el inmenso tamaño de Amazon,jumia opera en 11 países, factura 140 millones de euros

–vende todo tipo de productos (electrónic­a, ropa, alimentaci­ón)– y emplea a unas 5.000 personas, desde ingenieros a mozos de almacén. Uno de sus retos es alcanzar la rentabilid­ad.

¿Y por qué ahora uno de los fundadores ha elegido Barcelona para dirigir la empresa durante los próximos años? ¿Y por qué no? “¡Si la ciudad lo tiene todo!”, asegura en una entrevista por videoconfe­rencia. “Aquí hay calidad de vida, buenas conexiones con África, cercanía con los inversores, ecosistema emprendedo­r, mar y montaña para practicar mis deportes favoritos, surf y escalada”.

Su traslado a la ciudad es a largo plazo, asegura. Después de vivir en grandes urbes como París, Washington, Nueva York o Dubái, aquí es donde quiere criar a sus tres hijos, cerca de su Perpiñán natal y rodeado de valores europeos con los que él también creció. La distancia entre Barcelona y Lagos no cree que sea una barrera con los avances tecnológic­os que hoy existen. Hodara tampoco vive en África, sino en Dubái. De hecho, ninguno de los dos ha vivido en África. La cultura en remoto ya la tenían implantada mucho antes de la pandemia porque siempre han concebido la compañía como un ente global.

Poignonnec ha llegado a Barcelona a título individual pero, en el largo plazo, no descarta abrir oficinas de Jumia en la ciudad. Por ahora, quiere aprovechar su presencia en España para convencer a empresas locales para que exporten con su plataforma. “Las oportunida­des en África son muy desconocid­as. Creo que como compañía todavía nos queda mucho recorrido”. Su compromiso con Jumia es total. “Mi sueño se ha hecho realidad”, celebra. Como su padre y su abuelo –que fueron empresario­s inmobiliar­ios en Perpiñán– Poignonnec siempre quiso dirigir su propia compañía. Estudió en la Escuela de Negocios francesa EDHEC y, al salir en el 2002, fichó por el departamen­to financiero de Arthur Andersen. “Llegué dos años antes del escándalo. Allí aprendí que las apariencia­s pueden engañar, que negocios que parecen sólidos son débiles por dentro”. Después, trabajó en Aon y en el 2008 fichó por la consultora Mckinsey. Se mudó de París a Nueva York junto a su mujer, Marion Sanchez, originaria de Perpiñán y entonces economista del Banco de Francia. Al llegar a EE.UU. recuerda cómo le invadió una sensación de vejez. “Tenía un buen sueldo y ya era padre de mis dos hijos mayores. Pensé que se me había pasado el arroz para emprender, pero preferí ser paciente y aguardar el momento ideal”. Así que, sin una idea en la cabeza, Poignonnec siguió en Mckinsey. La familia regresó a París y después volvió a mudarse a EE.UU., esta vez porque su mujer fichó por el FMI en Washington.

El momento ideal llegó en el 2012, al tejer una alianza con su amigo del trabajo Jérémy Hodara. “Conocimos las oportunida­des que estaban surgiendo en Lationamér­ica en el mundo del e-commerce e ideamos una propuesta para llevarlas hasta África, donde todo estaba muy verde”. Rocket Internet les compró la idea y así es como el engranaje de Jumia se puso a funcionar. Se mudaron a Dubái y desde allí construyer­on lo que hoy es Jumia. Hodara se ha quedado en los Emiratos pero Poigonnec echaba en falta Europa, así que este año decidió mudarse a Barcelona. “Aquí me siento como en casa”.

La plataforma nigeriana de ‘e-commerce’ Jumia cotiza en Nueva York y

factura 140 millones

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GUSI BEJER
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