La Vanguardia

La realidad y el deseo

El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez publica la novela ‘Volver la vista atrás’, un libro excepciona­l, que retrata una realidad que parece inventada. La historia de una familia, el abandono de la lucha armada y mucho más.

- Daniel Fernández

Le robo el título de sus poesías completas a Luis Cernuda, que, dicho queda, es uno de los mejores encabezado­s posibles para ir por la vida y hasta entenderla, para hablarles hoy de una novela de 416 páginas que me ha dejado impresiona­do y para bien. El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) acaba de publicar su última novela, Volver la vista atrás (Alfaguara). Y me atrevería a decirles ya de entrada que es un libro excepciona­l.

Vásquez se está consolidan­do hace tiempo como uno de los valores más sólidos, tal vez el que más, de la actual literatura colombiana. Y su prestigio ha crecido paralelo en España y en toda la América Latina, mientras abundaban sus traduccion­es a otras lenguas y los elogios de críticos muy distintos. Escritor todavía joven –acaba de cumplir cuarenta y ocho años– entre sus novelas tal vez habían destacado El ruido de las cosas al caer y ese binomio que para mí dibujan Los informante­s y La forma de las ruinas, aunque no reniego de mi muy personal predilecci­ón por Historia secreta de Costaguana, con un Joseph Conrad que le robó la historia de su vida a un colombiano, José Altamirano, para escribir Nostromo.

Vásquez forma parte de los escritores que se han alejado de la sombra poderosa de García Márquez y el realismo mágico para aceptar la magia del realismo. Es un escritor de ficciones mesuradas y, pese a la exuberanci­a de su tierra, está más emparentad­o con narradores europeos y norteameri­canos, aunque estas cosas siempre sean discutible­s. Vivió en París y tuvo una casi epifanía en Bélgica, para recalar una larga temporada en Barcelona antes de regresar a Bogotá. Fue muy amigo de Enrique de Hériz, lo que también bastaría para darle cédula de buen tipo. Y además ha escrito un par de libros de relatos más que apreciable­s e intentó una biografía de, a él regresamos, Conrad, nada menos.

Pero ahora ha escrito otra cosa. Una ficción sin ficción, tal vez. O una realidad ficcionada, la verdad tal y como la recuerda quien es uno de los protagonis­tas de esta novela que es también otra cosa. No pretendo enredarme en los meandros de la novela de no ficción, menos ahora que media cartelera cinematogr­áfica se anuncia basada en hechos reales.

Dejen que me explique… Volver la vista atrás iba a ser una película sobre la vida de un cineasta, Sergio Cabrera (Medellín, 1950), con quien Vásquez habló y habló para entender la vida de un hombre comprometi­do políticame­nte –es el director de La estrategia del caracol, probableme­nte su película más conocida– que pasó parte de su adolescenc­ia en la China de Mao y llegó a ser guerriller­o del Ejército Popular de Liberación para desencanta­rse –diríamos en España– y acabar dirigiendo episodios de la serie de televisión Cuéntame .Yespero que no suene irónico, porque no pretende serlo. Las horas y horas de charla debían ser la base de un guion para algo que nunca se filmó, pero escuchar la vida exagerada –guiño, guiño, codazo, codazo– de Sergio Cabrera ha obligado a Vásquez a escribir esta novela torrencial y, casi asombrosam­ente, de ideas y no solamente personajes.

Sergio Cabrera es uno de los protagonis­tas de esta novela vivida de Juan Gabriel Vásquez, pero no el único. Hasta a ratos a uno le parece que ni siquiera es el principal. Porque sí, claro que lo es, pero quien aparece como un personaje de una fuerza a veces terrorífic­a es su padre, Fausto Cabrera, actor español que forma parte del exilio tras la Guerra Civil y de insobornab­le fe comunista, que acabará, cómo no, militando en el Partido Comunista Colombiano.

La novela está llena de guiños narrativos que son reales y parecen inventados. Sergio Cabrera está asistiendo a una retrospect­iva de su obra de Barcelona en el 2016 y entre Lisboa y Barcelona se entera de que su padre ha muerto en Colombia, por ejemplo.

Pero si la vida de Sergio y la de su padre Fausto son extraordin­arias es no solo por lo vivido, sino por lo pensado y sentido. Como todos nosotros, sí, pero pasado por el filtro inclemente del sentimient­o revolucion­ario casi religioso. La novela es como un Los Buddenbroo­k –que san Thomas Mann me perdone– latinoamer­icano e invertido. La ascensión de una familia a la normalidad socialdemó­crata –ya nos entendemos– y el abandono de la violencia y de la llamada lucha armada.

El libro está tejido de idas y venidas, de ese estilo meticuloso y aparenteme­nte pausado de su autor, pero en este caso se antoja más resuelto, más espontáneo, como si Vásquez tuviera prisa por contar esta historia, por entenderla.

No pretendo, evidenteme­nte, hacer ni la crítica literaria ni mucho menos la reseña de este libro, pero sí señalarles que permite vislumbrar una realidad como la colombiana, con su selva y sus guerrillas y su casi guerra civil (o sin casi). Vásquez ya había tratado ese tema y mundo consustanc­ial a su patria en otros libros, pero en este alcanza la intimidad de una generación que buscó finalmente la reconcilia­ción. En estos tiempos y días convulsos en el mundo, en Europa en general y en Catalunya en particular, no es un tema menor. Aunque este libro rotundo y sutil sea también bastante más que eso.

El cineasta Sergio Cabrera, su adolescenc­ia en China y su paso por la guerrilla inspiran ‘Volver la vista atrás’

Vásquez trata el tema de la guerrilla desde la intimidad de una generación que buscó finalmente la reconcilia­ción

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EMILIA GUTIÉRREZ / ARCHIVO Juan Gabriel Vásquez, en Madrid hace tres años
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