Polémica por la gran mezquita de Estrasburgo
El Gobierno francés observa con gran preocupación cómo el régimen turco intenta teledirigir a los fieles musulmanes en Francia y en el resto de Europa. Las mezquitas de las comunidades turcas –más de 300 en territorio galo– y los imanes que envía Ankara para predicar son instrumentos de control político e ideológico de la diáspora turca. La última polémica se debe a la subvención de más de 2,5 millones de euros –sobre un coste total de 32 millones– acordada por el Ayuntamiento de Estrasburgo –con alcaldesa ecologista– para la construcción de una mezquita que pretende ser la mayor de Europa. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, ha puesto el grito en el cielo por esta inyección de dinero público y ha recordado que la comunidad musulmana que está detrás de la mezquita Eyyub Sultan no firmó la declaración de principios de año, en el Elíseo, en la que otras asociaciones islámicas francesas se comprometían a respetar los valores de la República, una de las obsesiones del Gobierno. El problema es que en Estrasburgo, como el resto de Alsacia y de Mosela, se da una excepción francesa muy particular. Está aún vigente el concordato de tiempos de Napoleón Bonaparte. Estas regiones pertenecían al Reich alemán en 1905, cuando se aprobó la ley de laicidad francesa, y no se les aplica. En Estrasburgo se puede subvencionar un templo si existe un interés general que lo justifique. Y ahí radica el debate.