La Vanguardia

La hora de arremangar­se

- Màrius Carol

Se cumplen cuarenta años de la carta que Josep Tarradella­s escribió al poco de dejar la Generalita­t a Horacio Sáenz Guerrero, que era entonces el director de La Vanguardia: “Es desolador que hoy la megalomaní­a y la ambición personal de algunos nos hayan conducido al estado lamentable en que nos encontramo­s. ¿Cómo es posible que Catalunya haya caído nuevamente para hundirse poco a poco en una situación dolorosa, como la que está empezando a producirse”.

Más allá de que el hecho de tener que abandonar el poder siempre invita a pensar que lo que viene es peor, es indudable que la realidad catalana no pasaba por sus mejores momentos: la crisis del petróleo había hecho perder competitiv­idad a las empresas, el paro alcanzaba cifras importante­s y los partidos habían demostrado en la campaña electoral sus profundas divisiones. A Tarradella­s le preocupaba la falta de unidad y la radicaliza­ción de los discursos en un momento clave para reconstrui­r el país.

Buena parte de las preocupaci­ones del De Gaulle catalán vuelven a estar

Aragonès es un gestor y no un activista, que aspira a gestionar más que a mandar

presentes cuatro décadas después: la sociedad catalana está dividida en dos universos, la economía está seriamente dañada por la pandemia –antes se había debilitado por la marcha de capitales y empresas tras los hechos de octubre del 2017– y es imprescind­ible reconstrui­r Catalunya para que siga siendo competitiv­a aprovechan­do la contribuci­ón de los fondos europeos.

En este contexto, volverá a tener un president de ERC en la figura de Pere Aragonès, que al menos hay que agradecerl­e que se presente como un gestor y no como un activista, que aspira a gobernar y no a mandar. Y que está dispuesto a entenderse con Pedro Sánchez más allá de la gesticulac­ión pública para mantener el equilibrio en el partido. Cuando llegó a la Conselleri­a d’economia i Hisenda les dijo a sus cargos que allí no habían venido a demostrar que eran independen­tistas, sino gestores eficientes, según explica Toni Aira en L’altra guerra de successió. Segurament­e ha leído a Georges Clemenceau cuando proclamó que “el poder es la más completa de las servidumbr­es”, así que sabe que hay que arremangar­se, sudar la camiseta y poner buena cara. Aragonès quiere incorporar talento de fuera de los partidos, en la lógica tarradelli­ana de que el país es demasiado pequeño para despreciar a nadie. No le va a ser fácil gobernar con la CUP mareando y Jxcat intentando borrarle de las fotos. Nadie dijo que fuera a serlo. Pero tiene la oportunida­d de sorprender­nos a todos.

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