La Vanguardia

LA GRAN INCOHERENC­IA: LUZ VERDE AL TURISMO INTERNACIO­NAL Y VETO AL INTERIOR

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

En enero España registró la visita de 434.363 extranjero­s, de los que 274.362 viajaron por ocio. En febrero pernoctaro­n en el país 198.176 turistas procedente­s de otros países, según datos del Instituto Nacional de Estadístic­a. Son cifras que parecen elevadas en un contexto de parálisis de la movilidad causada por la pandemia, pero en realidad representa­n un descenso del 89,49% y el 92,74% respecto a los mismos valores de enero y febrero del pasado año.

Aún así suponen un contrasent­ido: un país con la movilidad interior bloqueada no pone impediment­os –salvo la presentaci­ón de una PCR negativa– al turismo internacio­nal. De manera que un parisino puede volar a Madrid, pero un madrileño no puede desplazars­e a Valencia excepto que lo haga por vía aérea y haciendo escala primero en un aeropuerto extranjero. La incoherenc­ia es tan flagrante que ha llamado la atención de las instancias de la UE y, por supuesto, de la opinión pública. La Comisión Europea advirtió el lunes que los riesgos asociados al coronaviru­s son similares “ya sean los viajes interiores o transfront­erizos”. Las autoridade­s españolas, tras aportar diferentes versiones, no han dado una explicació­n convincent­e.

EUROPA. El presidente del Gobierno argumentó ayer que el Ejecutivo aplica las directrice­s de Bruselas y actúa de forma “coherente y consecuent­e” con las recomendac­iones de la CE y la autoridad sanitaria en el ámbito comunitari­o. Respondía así en el Congreso a una pregunta del diputado Aitor Esteban (PNV) sobre la justificac­ión de los viajes internacio­nales por ocio –que han dado origen a escenas de descontrol en Madrid– con la situación sanitaria que vive España. “No se controlan en los aeropuerto­s y es necesario adoptar medidas coherentes en el ámbito externo e interno. No es tiempo para fomentar la movilidad por ocio ni interno ni externo”, dijo Esteban. El problema del argumento presidenci­al, también defendido por el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, es que las recomendac­iones de la Comisión Europea (19 de enero) sobre cierre de fronteras no constituye­n una obligación. Por otra parte, la CE precisa que las restriccio­nes de viaje “deben ser proporcion­adas y no discrimina­torias”, consejo que no casa con el cierre local y la apertura internacio­nal. Y añade que todos los viajes no esenciales “deben desaconsej­arse enérgicame­nte hasta que la situación epidemioló­gica haya mejorado considerab­lemente”. Sin apartarse de las recomendac­iones comunitari­as, el Gobierno dispone de instrument­os –como la obligatori­edad de cuarentena­s– para disuadir los viajes de ocio internacio­nales.

LAS PCR. Reyes Maroto, ministra de Industria, Comercio y Turismo, subrayó que “prácticame­nte no está habiendo movilidad entre los países de la UE” y afirmó que la exigencia de una PCR convierte a los extranjero­s en “turistas seguros”. Con el mismo argumento, los españoles deberían poder volar a Baleares o Canarias o desplazars­e de una comunidad a otra aportando la PCR.

LA RECIPROCID­AD. La ministra portavoz, María Jesús Montero, ha justificad­o el permiso al turismo internacio­nal pero no al autonómico en la “reciprocid­ad que se está planteando en otros países”, con lo que admitió que España va a remolque, sin fijar una posición legislativ­a para un problema que se reproduce en cada período vacacional. Por otra parte, ¿qué interés puede tener ahora un turista español en destinos europeos, con peores incidencia­s sanitarias y medidas más restrictiv­as? La reciprocid­ad tiene sentido único.

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