La Vanguardia

La inmunotera­pia fracasa en el cáncer de hígado que más avanza

- ANA MACPHERSON

La inmunotera­pia para tratar cáncer, que tan buenos resultados cosecha, ha tropezado con el hígado graso. Esta afección, los depósitos de grasa sobre las células del hígado debidos a la obesidad y la diabetes, trastoca absolutame­nte la función de unos linfocitos esenciales para eliminar las células tumorales. Los deja inútiles. La inmunotera­pia entonces no lo corrige.

El hallazgo lo publica la revista Nature, y es una investigac­ión dirigida por Josep Maria Llovet, director del grupo de investigac­ión translacio­nal en oncología hepática del Instituto de Investigac­ión del Clínic (Idibaps). Los resultados ponen patas arriba el tratamient­o para el tipo de cáncer de hígado que más avanza.

Si hasta hace unos años las principale­s causas de estos tumores eran las hepa ti tisByC, la extensión del a vacuna en el caso de la B y el tratamient­o curativo en el caso de la C cambian paulatinam­ente el origen de los casos nuevos. El alcohol se mantiene como responsabl­e del 30% de este cáncer. Pero es el hígado graso, una enfermedad cada vez más prevalente debido a la epidemia de obesidad y que ya tiene el 25% de la humanidad, la que causa ahora el 20% de los casos. Y está en plena expansión.

Justo los tumores que más aparecerán son los que se quedan ahora sin tratamient­o avanzado. “Se impone buscar nuevas combinacio­nes de inmunotera­pia para ofrecer una alternativ­a. De hecho ya hay varios ensayos muy prometedor­es”, anima Josep Maria Llovet.

La inmunotera­pia actual, que logra mejorar la superviven­cia de los enfermos con cáncer de hígado más de seis meses en comparació­n con otro tratamient­o estándar, es así de eficaz en los tumores de origen vírico. Cuando hay hígado graso hay dos efectos que desbaratan el plan: “Por un lado, un estrés oxidativo que provoca mutaciones tumorales y, por otro, una disfunción en los linfocitos. Si la pieza principal del ejército inmunitari­o no es capaz de detectar la célula tumoral, la inmunotera­pia que usamos no puede actuar. Y además, esos linfocitos acaban teniendo una reacción indiscrimi­nada, atacan en todas direccione­s”, explica Llovet.

Estos resultados obligan a estudiar la etiología de cada tumor hepático antes de dictar tratamient­o. Pero también a estudiar si puede pasar lo mismo en otros tumores cuando su origen esté asociado a depósitos grasos en las células.

El cáncer de hígado es el sexto tumor más frecuente en el mundo y la cuarta causa de mortalidad por cáncer más frecuente. La padecen un millón de personas en el mundo, unos 70.000 en Europa, unos 4.000 cada año en España.

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