Empoderar la escuela para hacer frente a la pandemia
Directores de centros e institutos piden a Educació más flexibilidad con los grupos burbuja para el próximo curso
El Govern está decidido a mantener siempre en funcionamiento escuelas e institutos, a pesar de la pandemia de la covid. Lo hace convencido de que es el servicio público esencial más importante, después del sanitario. “Las escuelas solo pueden cerrar el día antes de que cierren los hospitales. Como los hospitales no cerrarán nunca, las escuelas tampoco”. Es la declaración de intenciones del conseller de Educació, Josep Bargalló, haciendo balance de un año de pandemia y de un curso totalmente atípico marcado por la covid.
El responsable del departamento admite que algunos centros han reducido la presencialidad en enseñanzas postobligatorias pero recuerda que, como servicio público, no pueden cerrar porque son un referente comunitario. Ha habido presiones para que no se reabrieran puertas, según Bargalló: “de quien no cree que la educación es un servicio público de primera esencialidad y de quien no entiende que la educación también tiene un impacto económico”.
Pero a pesar de eso, el Departament d’educació, teniendo en cuenta criterios sanitarios, decidió que había que reanudar el curso en septiembre. Bargalló dice que “teníamos claro que los centros tenían que abrir. Y no solo por motivos educativos, obviamente, también por cuestiones afectivas, de salud mental y de socialización. Yo tengo que confesar que abrimos con el corazón en un puño. Convencidos de que teníamos razón, pero con la duda de sí aguantaríamos quince días”. Y los quince días se han superado y el curso encauza el último trimestre. Mirando los datos de incidencia del virus parece claro que los alumnos no han sido grandes transmisores, en contra de lo que se pensaba el verano pasado.
La pandemia ha obligado a introducir medidas preventivas en los centros que han alterado las rutinas de maestros, alumnos y familias. Entradas escalonadas, grupos burbuja, uso de la mascarilla en el aula, claustros reducidos, clases semipresenciales en algunos niveles educativos. Todo se ha hablado este lunes en el debate Catalunya futur con el conseller de Educació, Josep Bargalló; Remei Figuerola, directora de la escuela Fedac Pont Major de Girona; Meritxell Pujol, directora de la escuela La Forja (Alpens) y directora de la ZER en el Alt Lluçanès; Núria Mora, directora del IE Catalunya de Sant Cugat del Vallès; Marc Curto, director del IE El Temple de Tortosa; Txema Serrano, director del IE Piera, y Núria Vallduriola, directora del Instituto Pedralbes de Barcelona.
Todos coinciden en que ha sido un año muy duro, intenso y de mucho movimiento que ha servido para empoderar a las escuelas y los institutos. Gracias al decreto de autonomía de centros, estos han podido redactar y adaptar sus propios planes de contingencia y de apertura a sus necesidades y a sus posibilidades. “Se nos ha dado la opción de poder diseñar un plan de apertura que nos ha permitido dar la respuesta a aquellas situaciones que se iban planteando”, valora Núria Vallduriola. Núria Mora asegura que ha habido un empoderamiento de todas las personas vinculadas al centro, direcciones y profesorado. “Hemos tomado decisiones particulares con unos criterios inamovibles fijados por Educació. Le podemos decir decreto y podemos modificarlo o no pero a partir de aquí los equipos directivos lo hemos sabido hacer muy bien. Obviamente, también nos hemos equivocado”. Txema Serrano añade que con la apertura de los centros en septiembre se pusieron sobre la mesa dos mensajes esenciales: “Que las escuelas eran seguras y que estábamos delante de un año de emergencia educativa. Esta afirmación nos ha situado al mismo nivel que el sistema sanitario”. En este sentido el conseller ha hecho un anuncio: habrá que aumentar todavía más la autonomía del centro en cuestiones organizativas, pedagógicas, de la propia vida del centro. “Seguramente, como todos los decretos, habrá que renovarlo, pero también se puede hacer a través de la inspección educativa”, remacha Bargalló.
Como todo en esta vida, todo depende de cómo se mire. Lo que para unos puede ser un obstáculo, para otros puede ser una oportunidad. Remei Figuerola agradece la “tozudez del departamento para reabrir los centros en septiembre a pesar de las críticas de muchos sectores” y cree que ha llegado la gran oportunidad para las escuelas que “siempre hemos sufrido un menosprecio, una degeneración. Y pienso que ahora es una oportunidad para hacer las cosas muy bien, para poner en valor todo el trabajo. Nos tenemos que poner a soñar para tener un prestigio que creo que nos merecemos”.
Núria Mora cree que una de las cosas buenas que ha traído la pandemia es “romper con el ‘siempre se ha hecho así’ y probar cosas nuevas. El próximo curso habrá que continuar en esta línea: se podrá mantener y aprovechar los espacios del centro, la no presencialidad en las reuniones, la división de los patios en espacios diferentes... Nos hemos permitido soñar y la pandemia ha puesto en valor la educación presencial”.
Justamente este es el principal escollo o crítica de los directores de los centros en las enseñanzas postobligatorias donde la presencialidad no se ha podido garantizar al cien por cien. Bargalló ha anunciado que han pedido al Procicat que “después de Semana Santa se pueda recuperar la plena presencialidad en las enseñanzas postobligatorias”. El ente técnico ha aceptado la demanda de manera favorable pero hay que ver cómo evoluciona la pandemia. Si lo hace en positivo “parece muy probable que volviendo de Semana Santa se pueda recuperar la presencialidad total”. El conseller lo dice pensando, sobre todo, en los alumnos de ciclos formativos o bien en los de segundo de bachillerato que tendrán las PAU dentro de dos meses.
Un anuncio que Núria Vallduriola recibe con mucha expectativa porque “aunque nos hemos reinventado y hemos creado nuevas estructuras para poder llegar a todo el alumnado, eso no lo es todo”. La presencialidad es fundamental para el trabajo en común. Un trabajo que ha quedado un poco estropeado por las restricciones pero que el profesorado ha sabido superar. Marc Curto explica que “se han distribuido más los claustros para tomar decisiones de una manera más consensuada y trabajada desde la base”.
LA PROPUESTA El departamento propone que los centros ganen aún más autonomía en cuestiones organizativas y pedagógicas
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