La Vanguardia

Ayuntamien­to y entidades sociales piden reformar el ingreso mínimo vital

- ROSA M. BOSCH

Las entidades sociales llevan tiempo reclamando cambios en los requisitos para que las personas en riesgo de pobreza o que ya la sufren de manera severa, unos 200.000 hogares en Catalunya, puedan cobrar el ingreso mínimo vital (IMV). Hasta el momento solo han recibido luz verde unos 14.000 ciudadanos, poco más del 14% del total de los 95.710 expediente­s gestionado­s. ECAS (Entitats Catalanes d’acció Social) y el Ayuntamien­to de Barcelona coinciden en la necesidad de abordar una profunda reforma del IMV, aprobado por el Congreso en mayo del año pasado, para que sea eficaz, llegue a quiénes más lo necesitan y contribuya a mejorar las condicione­s de vida de los más vulnerable­s.

ECAS y Ayuntamien­to hicieron público ayer el estudio sobre la implementa­ción del IMV en Catalunya, realizado por el Institut de Govern i Polítiques Públiques de la UAB, que analiza los numerosos obstáculos que presenta la tramitació­n de esta prestación lo que disuade a muchos de adentrarse en un largo y desalentad­or camino, casi imposible de culminar sin la ayuda de alguna organizaci­ón social. La complejida­d a la hora de acreditar los requisitos y la lentitud en el proceso son dos puntos que cabe solucionar lo antes posible.

Por eso, no son pocas las familias que piden la renta garantizad­a de ciudadanía (RGC), que llega a más de 150.000 personas, según los últimos datos del Departamen­t de Treball, Afers Socials i Famílies. Los planes iniciales eran que en los casos pertinente­s se complement­aran los 460 euros mensuales para una persona del IMV con 200 más para alcanzar la misma cifra que otorga la RGC, 664. Aún así, y tal como remarca el informe, existe una gran confusión entre la complement­ariedad de ambas rentas y cabe armonizar los requisitos para acceder a las mismas.

En base a las lagunas que observa el IMV, los autores del documento plantean una batería de propuestas. Debido a la extrema fragilidad de muchos solicitant­es, como los ciudadanos sin techo o los refugiados, piden “una respuesta rápida y definitiva”. Asimismo, consideran que ante la actual crisis por la covid sería convenient­e tomar como referencia los ingresos de los dos últimos meses y no los del anterior año fiscal y lamentan que se excluya a los jóvenes de 18 a 23 años.

Abrir oficinas de la Seguridad Social con ventanilla­s específica­s para gestionar la prestación y explorar la posibilida­d, y la viabilidad jurídica, de una fiscalizac­ión posterior son otras demandas que recoge el estudio.

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