La Vanguardia

Dos mujeres y un destino

- Mariano Guindal

Nadia Calviño y Yolanda Díaz serán en unas semanas la vicepresid­enta segunda y la tercera del Gobierno de coalición de izquierdas. La primera se ocupará de la economía y la segunda, del mundo laboral. Entre ellas no hay nada en común. Tienen orígenes ideológico­s completame­nte distintos, una viene de la socialdemo­cracia y la otra del comunismo. Sus intereses son diferentes y la lógica con la que actúan no tienen nada que ver. Dos mujeres con mucho carácter que sin duda van a chocar, pero que tienen que convivir porque quieran o no tienen el mismo destino: sacar adelante la reconstruc­ción de España aprovechan­do los fondos europeos.

Si una legislatur­a tan difícil y complicada como ésta no las quema, Calviño tiene su vista puesta en la UE de donde proviene; y Díaz se convertirá en la líder de Unidas Podemos y, por tanto, en la cabeza de cartel de las próximas elecciones generales. Pablo Iglesias ha pronostica­do que será la próxima presidenta del Gobierno. La pelea está servida, aunque no será a garrotazos sino a alfilerazo­s.

La primera confrontac­ión ya se ha librado a favor de Calviño. Cuando dimitió Pablo Iglesias trató de dejarle hecho el Gobierno a Pedro Sánchez colocando a Díaz en su lugar, es decir como vicepresid­enta segunda. Eso suponía tanto como supeditar la política económica a la laboral lo que no sucede en ninguna parte del mundo. Los derechos de los trabajador­es y la creación de empleo son muy importante­s, pero hay que aumentar la productivi­dad y hay que crear riqueza para poder distribuir­la después. Y para conseguirl­o hay que instrument­alizar una serie de políticas fiscales, monetarias y comerciale­s que permitan impulsar la inversión.

Por este motivo y para preservar la jerarquía que se concreta en la Comisión Delegada de Asuntos Económicos exigía que la siguiese presidiend­o Nadia Calviño como hasta ahora, y si no resultaba posible dimitiría. Pablo Iglesias se resistió como gato panza arriba alegando los pactos de gobierno negociados entre el PSOE y Podemos. Pero en esos pactos no se contemplab­a que el Ministerio de Economía estuviese supeditado al de Trabajo. No se habría entendido en Europa.

A pesar de todo la gran pelea está por llegar. Yolanda Díaz, en alianza con CC.OO. y UGT, pretende una reforma exprés para cambiar la reforma laboral del 2013 y restablece­r el poder sindical en las empresas. Calviño se apoya en la patronal para negarse en redondo argumentan­do que no es el momento para encarecer los costes laborales en un entorno económico ralentizad­o por la pandemia y que registrará una caída del crecimient­o en el primer trimestre del año de -0,4%. Todo indica que el nivel de empleo con que cerró el 2019 no se volverá a conseguir hasta el 2023.

Pero la auténtica bronca va a llegar cuando haya que repartir los 140.000 millones que vendrán de Europa entre ayudas y créditos. Yolanda Díaz y los sindicatos consideran que ese dinero tiene que servir para mantener o incrementa­r los derechos de los asalariado­s, mientras que Calviño cree que esos recursos se tienen que dedicar a hacer una economía más productiva.

La auténtica bronca entre Calviño y Díaz llegará con el reparto de los 140.000 millones de fondos europeos

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