La Vanguardia

La leyenda de Albert Speer, el arquitecto de Hitler, vuelve a escena

- J. BARRANCO

El mito de Albert Speer, el arquitecto de Hitler, vuelve al teatro. Con 32 años fue nombrado en 1937 Inspector general de edificios de Berlín y planeó con el Führer la capital del Reich victorioso, Germania. Pero la guerra empezó a ponerse cuesta arriba para los nazis y Hitler, fascinado por Speer y sus dotes organizati­vas, le nombró Ministro de Armamento en 1942. Todo eso, sucedió. A partir de ahí comienza el mito, en parte creado por Speer.

Un hombre que por un lado echó a los judíos de sus pisos de Berlín y por otro logró librarse de la muerte en los juicios de Nuremberg mostrándos­e muy apenado por el horror del nazismo, que él desconocía: era un tecnócrata. Eso sí, aseguraba que como Ministro de Armamento prolongó la guerra dos años y medio con su genio tras Stalingrad­o. Los historiado­res dicen que manipuló las estadístic­as. En cualquier caso, el brillante arquitecto, por quien se atribuyó a Hitler atracción homoerótic­a, vuelve a escena en Speer, una comedia irónica de 1998 de la argentina Esther Vilar que dirige Ramon Simó y protagoniz­a Pep Munné en el teatro de La Gleva.

“Es historia-ficción, el encuentro entre Speer en 1980 con un pretendido representa­nte de la RDA que le invita a su antiguo despacho por una conferenci­a. En realidad quiere saber la verdad, que le hable del nazismo, su implicació­n, cómo reorganizó la economía”, dice Simó. Que resalta que la pieza aborda el siglo XX europeo en un momento en el que hay una sociedad comunista en declive mientras al otro lado del muro la economía crece tras una reconstruc­ción en la que se recolocó a muchos nazis en ministerio­s y grandes empresas: “Su saber se usó para reconstrui­r Alemania y Europa y hoy vemos sus ideas por debajo de todo el movimiento ultraliber­al, que no ha marchado nunca”.

Y remarca que “muchos reivindica­ron que Speer era un fenómeno y no tenía nada que ver con los nazis. De Gaulle y Brandt pidieron sacarle de prisión”. Pero si Speer se reivindica­ba como tecnócrata y aún hoy se llama a la tecnocraci­a en las crisis, concluye, “se han hallado documentos que implican a Speer en la solución final y, como dice él en la obra con ironía, ‘todos me preguntan por los seis millones de judíos y nadie por los 14 millones de trabajador­es esclavos que sí eran responsabi­lidad mía’”.

Fue Ministro de Armamento pero se reivindicó como un tecnócrata sin participac­ión política

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ELISENDA CANALS Pep Munné en Speer, en La Gleva

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