La Vanguardia

Un plan para los jóvenes

- Núria Mas NÚRIA MAS, profesora del IESE

La semana pasada, el Banco de España presentó una análisis sobre el impacto de la crisis en los jóvenes y los resultados son devastador­es: Los hogares más jóvenes, que todavía no se habían recuperado de la pérdida de rentas de la crisis financiera, se han visto desproporc­ionadament­e más afectadas por la covid. Al impacto inmediato se añaden el reto de los cambios en el futuro del trabajo, la transición medioambie­ntal, que tendrá costes económicos importante­s y las medidas de política fiscal adoptadas para hacer frente a la covid que requerirán un proceso de consolidac­ión presupuest­aria futura y que caerá, por definición, en las nuevas generacion­es. Todo eso lleva a un aumento de la desigualda­d intergener­acional ya existente y con ella del sentimient­o de injusticia entre los jóvenes.

Necesitamo­s un plan ambicioso e integral de reformas que tenga como eje principal poder ofrecer un buen futuro de las siguientes generacion­es. Sin eso, ni la sostenibil­idad del estado del bienestar, ni la consecució­n de un crecimient­o sostenible e inclusivo serán posibles.

La crisis ha afectado más a los jóvenes por dos grandes motivos: primero porque una proporción más elevada de jóvenes trabaja en los sectores más perjudicad­os por la pandemia. El plan de transforma­ción tiene que incorporar la posibilida­d de programas de formación continuada que permitan a los trabajador­es formarse y reinventar­se para poder adaptarse a un mundo que cambiará cada vez más rápidament­e. Segundo, porque la dualidad del mercado laboral perjudica exageradam­ente a los jóvenes. Mientras un gran grupo de la población tiene contratos indefinido­s, con estabilida­d laboral

Necesitamo­s un programa ambicioso e integral de reformas para poder ofrecer un buen futuro a las siguientes generacion­es

e ingresos estables, otro grupo formado mayoritari­amente por jóvenes, cuenta con la incertidum­bre de contratos temporales y parciales. En España más de los 50% de los menores de 25 años que trabajan tienen contratos temporales, mientras que en Europa el porcentaje es solo del 25%. Eso hace que, cuando hay una crisis los jóvenes sean los primeros en perder el trabajo y también que tengan menos probabilid­ades de acogerse a ERTE. Los datos del Banco de España señalan también que la reincorpor­ación al empleo activo después de un ERTE bajó significat­ivamente a finales del 2020, especialme­nte para los jóvenes. Además, los trabajador­es con estos tipos de contrato reciben menos formación específica para su puesto de trabajo, cosa que acaba repercutie­ndo también en la productivi­dad total de la economía. Es esta productivi­dad la que nos permitirá poder tener una generación con mejores trabajos y sueldos más altos.

Los fondos europeos ofrecen una oportunida­d única para poder transforma­r nuestro país, pero son precisamen­te los jóvenes los que experiment­arán los principale­s efectos de esta transforma­ción. No la podemos afrontar sin considerar el impacto intergener­acional que tendrán tanto los proyectos que impulsamos como las reformas realizadas en temas como el mercado laboral, el futuro del trabajo y la formación, las pensiones o la consolidac­ión fiscal. Tenemos que trabajar para construir un modelo que funcione para todos, que dé a los jóvenes la oportunida­d de tener lo que todas las generacion­es hemos querido: posibilida­des de un futuro mejor y seguridad suficiente para construir una vida. Eso pasa necesariam­ente por apostar por una mejora en la productivi­dad de nuestra economía, potenciand­o el capital humano y el tecnológic­o. Nuestro futuro, y el suyo dependen de ello.

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