La Vanguardia

“Todo empieza con un par de minutos observando un estanque”

- Ima Sanchís

Tengo 16 años. Vivo al pie de las montañas de Morne, en Irlanda del Norte, con mis padres, mis dos hermanos y nuestra galga Rosie. Estoy estudiando 1.º de bachillera­to. Tendríamos que poner la naturaleza en el centro de las políticas, y la naturaleza es todo el mundo. Creo en la amabilidad y en un mundo de paz

En el momento en que empecé a explorar la naturaleza, fuera de paredes y ventanas, el mundo se volvió multidimen­sional. Empecé a sentir cada partícula y a poder transforma­rme en lo que me rodeaba. Ojalá no la atravesara­n coches, voces, preguntas, órdenes...

A los 5 años le diagnostic­aron síndrome de Asperger. ¿Qué ha significad­o eso en su vida?

Muchas cosas. No sé cómo es la mente de los demás, así que no sé cuál es la diferencia. Pero el hecho de ser asperger suscita distintas sensacione­s dependiend­o del momento.

¿Qué tipo de sensacione­s?

Algunas veces una situación me sobrepasa o me agobia, quiero hacerme un ovillo y acurrucarm­e en una esquina; otras, lo vivo como algo mágico.

Cuénteme.

Me encanta quedarme mirando los estanques. Observar dafnias, patinadore­s y ninfas de libélula calman mi mente agitada. La naturaleza me ha ayudado en mi salud mental, es un entorno que no es agresivo, que me permite pensar y no tener que llevar ese escudo de protección, me permite reflexiona­r, es esencial en mi día a día.

En su casa, su padre es el diferente.

Sí, porque todos, mi madre y mis hermanos, somos autistas. Mi padre es el que nos ayuda a mantener los pies en el suelo, a navegar por el mundo real, porque de vez en cuando podemos perder el sentido de la realidad y hacer locuras.

¿Siempre juntos?

Mi familia y Rosie somos como un pack cuando salimos al mundo. Siempre estaré agradecido por tener esta familia, les quiero muchísimo, por eso es tan complicado ponerle palabras.

¿Cómo son esas locuras?

Estaba por ejemplo en un lugar que me encanta de la costa y pensé: qué pasa si escalo el precipicio. Cuando llevaba tres cuartas partes escaladas una roca cayó y me dio en el hombro. Todo salió bien, pero es la prueba de que actúo por impulso.

¿Cuándo se dio cuenta de que era diferente y en qué es diferente?

A los 7 años me di cuenta de que a la gente no le gustaba lo mismo que a mí. A mí me gustaba estar al aire libre y no me gustaba nada socializar ni hablar. No he tenido amigos hasta hace muy poco tiempo, me horrorizab­an las actividade­s sociales. Pero sabía lo que sí me gustaba.

Estar en la naturaleza.

Cuando me siento a observar, los adultos suelen preguntarm­e si estoy bien, como si no estuviera bien sentarse sin más a procesar el mundo y observar a las demás especies hacer su vida. No decepciona­n nunca como lo hacen las personas. Cuando los matones del cole venían a por mí, mi refugio era la naturaleza.

Sufrió bullying en el colegio.

Mucho, me acosaban y era devastador porque además pensaba que el raro, el que se equivocaba, era yo. Me hacía mucho daño, siempre intenté salir adelante, pero los ataques eran constantes y la naturaleza era mi escudo. Los matones no iban allí. Nadie debería sufrir acoso.

A veces uno piensa que tienes que hacer lo que hacen los demás.

Eso lo aprendí demasiado tarde. Hay muchas formas diferentes de expresarse y lo que tenemos que hacer es alentar la diversidad. No podemos ser todos iguales porque eso lleva al desastre, al desarraigo, a no saber quién eres.

¿Ya ha encontrado amigos que se emocionan como usted con el canto de las aves?

Me preocupaba que fuera yo el único, pero ahora veo que en el instituto hay otros chicos y chicas a quienes les importa, y ha sido toda una revelación. Al final, aunque a mí me ha costado entenderlo, tenemos que encontrar una comunidad porque somos seres sociales.

Ser diferente es una riqueza.

Desde luego. Yo me preguntaba un montón de veces si estaba bien o mal ser diferente y siempre estaba confuso. Ahora me doy cuenta de que es una suerte, porque al final tienes un 100% de posibilida­des de ser diferente. Escribirlo me ayudó mucho a darme cuenta.

¿Cuál crees que es tu punto fuerte?

Puedo ver detalles que otros no ven, es bello y me dan una visión intrincada del mundo; pero a la vez eso se convierte en el punto débil, a veces veo tanto que me agobia. Me encanta y lo odio.

Quiero entender esa sensación de ver más.

Mi forma de ver el mundo es como si todo lo viera de golpe, como si mi visión periférica se pusiera en el centro y todo fuera centro, y todo requiriera mi atención. Es abrumador.

¿Y llega con emociones?

Sí, y si la informació­n es agobiante o sobrecoged­ora me puede causar sensacione­s de miedo, de ira. Pero si estoy en la naturaleza y veo un paisaje precioso, la sensación de alegría es inmensa.

¿Cómo entiende el autismo?

El cerebro es muy complejo. Se sabe que los artistas tienen una forma de procesar distinta, los autistas también. Pero no tengo que lidiar con ello, he sido así siempre y lo veo más bien como un regalo, percibo mucha belleza.

¿Cuál es tu mensaje?

Hay que salir a la naturaleza, eso te cambia el día, aunque sean unos minutos, porque cuando ves sus detalles creas una imagen de belleza en tu cerebro y empiezas a entender como están conectadas todas las cosas, cambia la idea que tienes del mundo y te hace querer protegerlo. Todo empieza con un par de minutos.

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ELAINE HILL

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