La Vanguardia

La debilidad socialista

- Lola García

Pablo Casado hará suya la victoria de Isabel Díaz Ayuso, aunque el mérito no sea exactament­e suyo. Pedro Sánchez tratará de sacudirse de encima la derrota de Ángel Gabilondo, aunque su responsabi­lidad no es poca. Y no porque la campaña se haya diseñado desde la Moncloa con escaso acierto, como argumentar­án bastantes dirigentes en el PSOE. Ni siquiera por el evidente error de cálculo cometido de la mano de Ciudadanos en Murcia, que sirvió a Ayuso de excusa para adelantar sus elecciones. Todo eso pueden ser elementos coadyuvant­es, pero el resultado de anoche revela algo más profundo: la debilidad del partido socialista, un factor que obliga a Pedro Sánchez a tomar cartas si no quiere que Madrid acabe siendo España.

Los socialista­s sufrieron ayer un hundimient­o digno de análisis. A su izquierda, dos partidos salieron mejor parados. Unidas Podemos tuvo que recurrir a su principal valor, Pablo Iglesias, para salvar los muebles. Pero el resultado confirma que su formación se va redimensio­nando en un espacio fiel pero muy delimitado, lejos del asalto a los cielos imaginado hace unos años. Un espacio que, al fin y al cabo, existe desde antes que surgiera Unidas Podemos. Es el fenómeno de Más Madrid el que deja más en evidencia las carencias del PSOE.

No se trata de que Íñigo Errejón vaya a gozar de una segunda oportunida­d extrapolan­do la experienci­a al resto de España. De hecho, él no ha sido el artífice del buen resultado de esa formación en Madrid. Ha sido una profesiona­l sanitaria, Mónica García, de escasa proyección más allá de la comunidad, que no ha dejado de denunciar la gestión de la presidenta de forma contundent­e pero rigurosa, sin dejarse arrastrar al mismo tiempo por un discurso cenizo ni aguafiesta­s y con la ilusión de quien aún cree que la política es un instrument­o para cambiar la vida de los ciudadanos. Un perfil que, salvando las distancias, pudo esgrimir Salvador Illa en Catalunya gracias a su trabajoso paso por el Ministerio de Sanidad en plena pandemia. Políticos que arriesgan buscando soluciones, aunque cometan errores.

Y las caracterís­ticas de Mónica García son precisamen­te las debilidade­s del PSOE. Sánchez se hizo con el partido tras una experienci­a interna traumática para llegar a la Moncloa, pero se olvidó después de engrasar esa maquinaria. Pensó que el manto del poder era suficiente. Los socialista­s no hicieron los deberes en Madrid ni tenían candidato, como no lo tienen aún en Andalucía. El “sanchismo” tan denostado desde el PP lo es también por algunos dentro del partido socialista. Sus votantes parecen tener pocos incentivos para movilizars­e. Esta ha sido una campaña en la que Felipe González se mostraba más preocupado por los socios de Sánchez en el Gobierno que por Vox. El PSOE, que tiene por delante un congreso en octubre, deberá buscar un revulsivo si no quiere sumirse en un adormecimi­ento letal. El impulso solo puede venir de la política que se irradie desde la Moncloa.

El mayor riesgo para Sánchez es la complacenc­ia del poder. Y consolarse con el convencimi­ento de que el triunfo de Ayuso obliga a Pablo

El buen resultado de Más Madrid junto al triste papel de Gabilondo evidencia que el problema es el PSOE

Casado a abrazar su fórmula y escorarse así hacia la derecha, por más que ésa sea una de las posibles consecuenc­ias del 4-M. A pesar del magnífico resultado obtenido por Ayuso, la ultraderec­ha ha aguantado en Madrid. A medio plazo es una piedra en el camino del PP, ya que solo juntos pueden rentabiliz­ar los votos en las circunscri­pciones más pequeñas por efecto de la ley electoral. Pero los populares no estaban anoche para tecnicismo­s, sino para celebrar un triunfo.

La presidenta de Madrid se ha convertido ya de pleno derecho en una lideresa de rompe y rasga. Ella ha acabado de dar la estocada final a Ciudadanos y Casado recogerá los frutos, que irán cayendo en su cesto en próximas citas electorale­s. En el PP ya no se mirará solo a Galicia. Pero la pregunta que tendrán que resolver los populares es: ¿cuál es el camino correcto? ¿el de Ayuso o el de Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno Bonilla? Es más, ¿el “PP a la madrileña” sirve para rescatar de la irrelevanc­ia al partido en el País Vasco o Catalunya? Dicho de otra forma: ¿es exportable el fenómeno de Madrid? Porque si lo es, Casado deberá meter en un cajón el discurso con el que marcó distancias con la ultraderec­ha en la moción de censura de Vox de hace seis meses.

El resultado del PP puede tentar a Moreno Bonilla a convocar a los andaluces a las urnas. Sea así o no, el camino hacia las elecciones generales acaba de comenzar y, por lo visto estos días, el ambiente político va a ser irrespirab­le.

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DANI DUCH Vecinos de la calle Génova celebran la victoria de Ayuso
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