La Vanguardia

La gran cazada

- Fernando Ónega

Ahora que han pasado las elecciones de Madrid, ya se puede escribir sin que te acusen de hacer propaganda electoral: hemos asistido a una espectacul­ar cazada. Entiéndase por cazada lo que se dice en las parejas: cuando uno de sus miembros es pillado o pillada en engaño, ocultamien­to o infidelida­d. Y el Gobierno de la nación española cayó en los tres en el escándalo –hay que llamarlo así– de la supresión de la deducción por la tributació­n conjunta de los matrimonio­s. Según los datos publicados, esa deducción suponía un ahorro fiscal medio de unos cien euros mensuales a dos millones de familias. Para el Estado, era una merma de ingresos de 2.500 millones anuales: una auténtica tentación cuando las arcas públicas andan tan necesitada­s.

Así que el Gobierno descubrió esa mina, se propuso explotarla y se lo comunicó a la Comisión Europea, pero cayó en las tres condicione­s que hacen hablar de cazada. Cayó en el engaño, porque nos había estado diciendo que la reforma fiscal sería decidida por un equipo de expertos que nadie sabe que se haya constituid­o, pero lo mismo existe de forma clandestin­a, o no existe y el Ministerio de Hacienda asume sus labores. Cayó en el ocultamien­to, porque nada se dijo a los ciudadanos, y es entendible: no sea que fuésemos a considerar esto una subida encubierta de impuestos y fuésemos a votar a Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. Y cayó en infidelida­d, que es cuando la cazada se paga. Infidelida­d es prometer que solo se subirían los impuestos a los ricos, y en la primera noche fuera de casa se pega un sartenazo de más de dos mil millones de euros a la clase media.

Lo más divertido suele ser la explicació­n: “Cariño, no es lo que parece. Lo que hice es como los radares de tráfico, que no tienen afán recaudator­io. ¿Cómo iba yo, que soy la izquierda, a poner un impuesto a la clase media con afán recaudator­io? Y además, como feminista que también soy, que no hay gobierno más feminista en el mundo, esto lo hice para la promoción de la mujer. Las ministras y ministros no podemos permitir que por cien euros al mes renunciéis a un puesto de trabajo. Si nuestro combate contra la brecha salarial que sufrís las mujeres os parece que se limita a haceros perder esos cien euros, no habéis entendido el mensaje que los demagogos llaman infidelida­d. Nuestro mensaje es clarísimo: al quitaros esos cien euros, seguro que os afanáis en buscar empleo, que los hay a patadas, y os ponéis a trabajar. Todo lo hacemos por ti. Por vosotras. No es lo que parece”.

El Gobierno ha sido pillado en engaño, ocultamien­to

e infidelida­d

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