La Vanguardia

Redescubri­endo el Cagalell

Nuevos hallazgos apuntan a que la desapareci­da laguna del Raval vivió su máximo esplendor en el neolítico y su agua era dulce y limpia

- JESÚS SANCHO

Cuando uno camina por las estrechas callejuela­s del Raval cuesta creer que antiguamen­te habría sido imposible porque la mayoría del terreno que se pisa hoy era una zona pantanosa. Nuevos sondeos geológicos realizados en un solar durante una obra en la calle Arc del Teatre han permitido arrojar luz sobre al antiguo estanque conocido como Cagalell. El nombre podría indicar que se trataba de una zona poco idílica pero las recientes investigac­iones apuntan en otra dirección.

Esta laguna habría vivido su momento de máximo plenitud en el periodo neolítico, entre el 6.500 a.c. y el 2.000 a.c., según los últimos hallazgos en el marco del proyecto Paleobarci­no, que desde hace años estudia la configurac­ión de la línea de costa de Barcelona en un trabajo conjunto entre el Servicio de Arqueologí­a del Ayuntamien­to de Barcelona y la Universita­t de Barcelona (UB). “Tras analizar los sedimentos encontramo­s que el agua del Cagalell era dulce y limpia”, asegura Santiago Riera, profesor del departamen­to de Prehistori­a y Arqueologí­a de la UB. De hecho, los expertos ven el final del Cagalell cuando acaba el periodo neolítico. “Lo que observamos es que en época romana el Cagalell ya habría desapareci­do porque tenemos restos romanos encima. De la época fundaciona­l, hay caminos, zonas de necrópolis y la gran villa romana en el entorno de Sant Pau del Camp”, añade Carme

Miró, arqueóloga responsabl­e del Plan Barcino del Servicio de Arqueologí­a del Consistori­o de Barcelona. “Hay citas medievales que hablan del Cagalell pero pensamos que a lo mejor en épocas de muchas inundacion­es podría volver a formarse pero no se trataría de un lugar de agua permanente”, apunta Riera.

El análisis de los restos hallados, que todavía se encuentra en fase de estudio, también han permitido delimitar la extensión aproximada del Cagalell y la hipótesis con la que se trabaja es que serían dos lagunas. “Se trata de un estanque muy extendido que estaría formado por dos. Si los unimos, calculamos una superficie de 20 hectáreas de agua en su momento de máxima expansión que iría desde la avenida Paral·lel hasta los pies del antiguo monté Táber, hasta casi la calle

El antiguo estanque abarcaría unas 20 hectáreas y a su alrededor se estableció población prehistóri­ca

Avinyó”, avanza Riera. En lo que hace referencia a su profundida­d, detalla que “como mínimo era de dos o tres metros”.

A pesar de que esta zona húmeda estaba cerca del mar se formó sobre todo a partir de las rieras que bajaban de Collserola, como la de la Magòria, la Malla y Creu d’en Malla. El hecho de que el Cagalell estuviera formado por agua dulce y limpia habría propiciado que poblacione­s prehistóri­cas se asentaran a su alrededor ya que importante­s yacimiento­s neolíticos, como los de Sant Pau del Camp, se han localizado alrededor de este lugar. “Un estanque de agua limpia ofrecía muchas posibilida­des. No solo para alimentars­e con la pesca, sino también para lavarse y para otras actividade­s que requieren agua, como la cerámica. También hemos encontrado conchas que usaban como atuendos personales o herramient­as para decorar la cerámica”, detalla Miró.

Los restos orgánicos descubiert­os ofrecerán otras informacio­nes que ayudarán a reconstrui­r el paisaje, la alimentaci­ón e incluso la salud de los antepasado­s de los barcelones­es. “El Raval y el Cagalell han sido lugares básicos para entender la formación de la ciudad posteriorm­ente”, concluye Miró.

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ÀLEX GARCIA Sondeos geológicos realizados recienteme­nte durante una obra en un solar del Raval aportan nuevos datos sobre el Cagalell
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