La Vanguardia

Un clown con mensaje positivo

Guillem Albà aboga por aprovechar la vida en sus últimos espectácul­os

- ALBERT DOMÈNECH

Ser payaso nunca ha sido fácil. Primero porque hacer reír a la gente es una tarea mucho más titánica de lo que parece a primera vista, especialme­nte en una fase adulta donde hacemos de la seriedad nuestro traje principal. Además, requiere de una energía especial que sea capaz de dibujar un universo, a veces tragicómic­o, logrando que el mundo haga una desconexió­n vital de sus propios anhelos y problemas. Y, por si fuera poco, gramatical­mente se ha asociado el payaso a una descalific­ación tan cotidiana como injusta. Los circos están bajo la carpa, lo que suceda en otras escenarios poco tiene que ver con una profesión que persigue, como en su día dijo Charles Chaplin, que la risa nos haga a todos iguales.

Guillem Albà creció con los valores de una profesión cocida a fuego lento y con el esfuerzo como bandera. Sus padres son titiritero­s y tienen una compañía que está apunto de llegar a los 50 años de funcionami­ento, l’estaquirot Teatre. Con ellos pasó por todas las fases y aprendió a amar de manera natural la comedia, por lo que se formó en teatro y decidió que algún día crearía sus propios espectácul­os. Con 19 años conectó con los postulados del clown Jango Edwards, que fue quién le abrió el camino. Él también quería ser clown .

Aprendió y se dejó tutelar en sus primeros espectácul­os, hasta que se dio cuenta de que también le gustaba introducir en ellos ciertos elementos poéticos. Y de esa fusión salió el germen de lo que ahora es su propia compañía, con la que el artista de 36 años ya ha ideado siete espectácul­os. “Los shows tienen en común que intento dar un mensaje positivo y incidir en el hecho de aprovechar la vida”, asegura Albà en un encuentro con La Vanguardia.

El último de ellos se llama Jaleiu y da continuida­d a su espectácul­o más representa­do, Marabunta.

El payaso lo defiende cada martes (hasta el 18 de mayo) en el teatro Victòria junto a un banda de músicos que participa de la sucesión de gags que no tiene otra pretensión que hacer reír a la gente. “La risa es de los pocos momentos en los que puedes sentirte inmortal, ya que ahí no te acuerdas de que vas a morir”, reflexiona el clown, que admite que, tras la pandemia, ha visto que la gente se acerca al teatro con una necesidad total de desconexió­n.

En las últimas semanas, Albà también es protagonis­ta del programa Celebrem!, en TV3, después de cinco años intentando hacer algo propio en televisión. Un espacio blanco y grabado en un teatro que sigue la misma filosofía de divertimen­to que sus espectácul­os, aunque haya hecho también puestas en escena más profundas como Pluja, con Clara Peya. “Una de las cosas que he entendido es que el payaso podía curar”, asegura el cómico que también ha llegado a experiment­ar esa sensación al desarrolla­r sobre un escenarios sus obras. Y es que, tal y como le enseñó su mentor Edwards, un payaso puede hacer cualquier cosa, por lo que a veces se presenta como un payaso que sabe actuar. También hacer música gracias a sus conocimien­tos autodidact­as. Un artista total que con su buen rollo quiere hacerle la vida más fácil a los demás.

El payaso presenta ‘Jaleiu’ en el teatro Victòria y el programa ‘Celebrem!’ en TV3

 ?? CÉSAR RANGEL ?? Las dos caras de Albà. Al clown le gusta reírse de él mismo, pero también introduce en sus espectácul­os elementos de bufón con cierta provocació­n hacia los demás. Lleva toda la vida dedicado al oficio.
CÉSAR RANGEL Las dos caras de Albà. Al clown le gusta reírse de él mismo, pero también introduce en sus espectácul­os elementos de bufón con cierta provocació­n hacia los demás. Lleva toda la vida dedicado al oficio.

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