Radvanovsky: “Desearía tener un tercer pulmón para cantar Donizetti”
La diva canadiense canta las tres reinas Tudor con el maestro Frizza en el Liceu
La idea prepandémica que tuvo el maestro Riccardo Frizza de encadenar en un mismo concierto los finales de las óperas de la trilogía Tudor de Gaetano Donizetti está resurgiendo en Europa tras varias cancelaciones a causa de la covid. La soprano Sondra Radvanovsky, la actual gran diva del Liceu a quien el maestro italiano confió la propuesta, regresa a Barcelona para dar vida a esas tres reinas del s. XVI en Anna Bolena, Maria Stuarda y Roberto Devereux (esta última sobre Isabel I de Inglaterra, hija de Ana Bolena).
Y lo hace cambiando no solo de registro vocal en el transcurso del concierto sino también de vestuario. Lo ha diseñado el neoyorquino de moda, Rubin Singer (vistió a Beyoncé para el intermedio de la Super Bowl), y ha sido un proyecto difícil, dice la soprano, en el que querían huir del vestuario de ópera y trazar vestidos más de diva que de reina.
“Son tres personajes muy distintos –dice Radvanovsky acerca de sus roles–, con estilos vocales diferentes; mujeres que fueron reales y que has de respetar: Anna Bolena, la esposa de Enrique VIII a la que aquí vemos enamorada y traicionada, es la más baja en tesitura; Maria Stuarda, la más reina y piadosa, capaz de guiar a su pueblo, es soprano lírica. Y a Elisabetta la interpretamos estando destrozada, lo tiene todo menos lo importante, el amor, y quiere morir: aquí hay coloratura dramática que acaba en fuegos artificiales”.
El maestro Frizza recuerda que, de hecho, todos los finales de acto de Donizetti son piezas musicales de altísimo nivel, “crea una tensión y da lo mejor de sí mismo”. Y entre los puntos álgidos de esos finales apoteósicos que encadenarán en Las 3 reinas –mañana y el sábado– el Cor y la Simfònica del Liceu, con Radvanovsky acompañada de la mezzo Gemma Coma-alabert, el tenor Marc Sala y el barítono Carles Pachón, está la famosa y fascinante aria de la plegaria de Maria Stuarda, “Deh! Tu di una umile preghiera”, que arranca en mezza voce...
“Todo el mundo espera este momento, gracias, Montserrat Caballé”, susurra Radvanovsky alzando la vista al techo de la sala del coro del Liceu. “Es un momento de elevación, con el coro detrás, el filado y el público entregado, y se deriva de la experiencia religiosa de Stuarda. Y ahí querrías tener tres pulmones, cuatro incluso, y das gracias a Riccardo por hacer avanzar la obra”.
Para el director italiano, que regresa al Liceu después de dirigir este año Les contes d’hoffmann, Donizetti madura a medida que escribe estas óperas y llega en Devereux a lograr traducir en música esa personalidad. “Refleja el marco interior de la reina Isabel –apunta–, y en la última escena te deshace el alma. Porque, sí, ok, ya sabemos que Donizetti es un gran compositor, pero en tanto que director musical del Festival Donizetti puedo decir que le estamos descubriendo como el gran dramaturgo que es. Verdi tuvo que hacer Don Carlo para lograr algo que Donizetti no hubiera hecho ya en los años 40 del siglo XIX”.
Rafael G. Villalobos debuta en el Liceu como reggista, si bien se centra en el uso de la luz, “creando un cuadro bello sobre la escena con los mismo parámetros de la música”.
El diseñador de Beyoncé, Rubin Singer, firma el vestuario, que “es más de divas que de reinas”