La Vanguardia

...y el futuro nos alcanzó

- Josep Oliver Alonso

La acumulació­n de ERE de tamaño más que relevante alarma. Y mucho. ¿A qué nos enfrentamo­s? Aunque las empresas son de sectores y tamaños muy distintos, todas ellas comparten los mismos efectos de un triple embate, que deberíamos conocer perfectame­nte: el del cambio técnico, la globalizac­ión y la crisis climática.

Los ajustes de plantilla del sector financiero reflejan, directamen­te, el impacto sobre la producción de sus servicios de las nuevas capacidade­s tecnológic­as, al alcance ya no solo de la banca sino también de sus consumidor­es: en poco recordarem­os la atención al público en una oficina como hoy el uso de cabinas telefónica­s. Y aunque la caída de los márgenes financiero­s también presiona sobre la reducción de costes, estaba escrito que las plantillas de la banca continuarí­an con el proceso iniciado tras la crisis financiera: la covid lo ha acelerado. Además, y al igual que las empresas de comercio minorista, a los choques tecnológic­os se añaden los de la globalizac­ión: en el sector financiero, intentando anticipars­e a la competenci­a de los monstruos tecnológic­os, antes que desembarqu­en en su actividad; en el del comercio, ambos impactos estaban ya tan presentes desde mediados de la década pasada, que la mejora del empleo del 2014-19 ha sido la primera, desde los años setenta, que el comercio no ha liderado. Todo lo contrario. Y ahí, la covid también ha acelerado dramáticam­ente tendencias de fondo.

Otros ERE con efectos sobre el transporte aéreo y terrestre remiten a nuevas tecnología­s pero, también, a las primeras consecuenc­ias del cambio climático. Este, en particular, comienza a estar de forma muy presente en decisiones de inversión, con efectos directos sobre el empleo, de una industria tan relevante como la del automóvil. Y ello forma parte de un proceso más amplio. Como afirmaba recienteme­nte el vicepresid­ente de la Comisión, Frans Timmermans, abandonar el carbón “…es un cambio tectónico en la forma en que nuestra sociedad funciona”. Y advertía que, aunque la descarboni­zación iba a generar nuevos empleos, el proceso sería penoso para la ocupación de ciertos sectores. Una tesis similar a la que había destacado, en el 2019, el historiado­r de la Universida­d de Oxford Carl Frey. En su The technology trap. Capital, labor, and power in the age of automation muestra como las revolucion­es tecnológic­as pueden ser complement­arias o sustitutiv­as del trabajo. Y así como las que emergieron y se desarrolla­ron en el siglo XX pertenecía­n al primer grupo, todo apunta a que el proceso que estamos viviendo, al igual que el de la revolución industrial hasta cerca de 1870, será de tipo sustitutiv­o.

Globalizac­ión, cambio técnico y clima, una tripleta que estaba definiendo nuestro futuro. Y que ahora, en ese horizonte poscovid, nos ha atrapado. Aunque los humanos siempre esperamos que lo peor se posponga, lastimosam­ente no ha sido así. El futuro está ya aquí.

La globalizac­ión y el cambio técnico y climático definían ya nuestro futuro antes de la pandemia

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