La Vanguardia

Ángel Gabilondo

Candidato del PSOE

- JUAN CARLOS MERINO

El candidato de los socialista­s no partía con buenos pronóstico­s y no aguantó el envite en los comicios de ayer en la Comunidad de Madrid. Condujo al PSOE a un pobre resultado, con 13 parlamenta­rios menos, y quedó por detrás de Más Madrid.

No solo no hubo milagro sino, lo que es peor, el sueño acabó anoche en auténtica pesadilla para Pedro Sánchez y el PSOE, arrasados por el Partido Popular y hasta superados por la izquierda por la emergente candidata de Más Madrid, Mónica García. “Un desastre sin paliativos”, asumieron todos en la Moncloa y en las direccione­s del PSOE y del PSM. El candidato socialista, Ángel Gabilondo, que fracasó en su tercer y ya último intento de gobernar en Madrid, admitió haber quedado sepultado por la polarizaci­ón de esta agria campaña electoral.

“He ofrecido propuestas sosegadas y a veces he tenido dificultad­es para abrirme paso y plantearla­s sosegadame­nte. Obviamente no lo he logrado, a la vista de los resultados, y lo lamento, me hubiera gustado conseguirl­o”, reconoció Gabilondo. “No he sido capaz de abrir espacios para un debate sosegado”, admitió.

El duro honor de poner rostro a la derrota desde Ferraz correspond­ió después al secretario de organizaci­ón del PSOE, el ministro José Luis Ábalos. “No son unos buenos resultados y no quiero poner paños calientes”, advirtió. “No hemos sabido atraer a todo nuestro electorado, ni escapar a la polarizaci­ón en la que se ha desarrolla­do esta campaña”, asumió. Ábalos, no obstante, criticó que estas eran unas elecciones “innecesari­as”, convocadas por Isabel Díaz Ayuso para “liquidar” a su socio de gobierno, Ciudadanos. “Y lo ha conseguido”, reconoció. Pero Ábalos advirtió que, en todo caso, Ayuso une su proyecto político “a una ultraderec­ha que se alimenta de la división y del odio”.

Mientras anochecía en Madrid y en la calle de Génova empezaba a organizars­e la fiesta ante la sede nacional del PP, desde la Moncloa seguían advirtiend­o, no obstante, que sus números no cuadraban con todos los sondeos difundidos durante toda la tarde de la jornada electoral y que ya avanzaban el triunfo y la inevitable reelección de Ayuso como presidenta autonómica. “Hasta el final no se sabrá, todavía hay partido, vamos a ver el escrutinio real”, alegaban, negándose a tirar la toalla, pese a que en la sede del PSOE en Ferraz se instalaba ya el pesimismo y la decepción ante la impresión generaliza­da de que el sueño de recuperar Madrid, con Gabilondo liderando un gobierno progresist­a, se veía de nuevo frustrado después de 26 años de gobiernos ininterrum­pidos de la derecha.

El sueño se diluyó pronto, con el escrutinio real. Y acabó transforma­do en pesadilla. Apenas con el 6% escrutado, el PP ya se situó en 59 escaños y el bloque de la derecha, con Vox y pese a la desaparici­ón de Cs, alcanzaba los 72 diputados, superando ya tranquilam­ente la mayoría absoluta, mientras en el bloque de la izquierda el PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos apenas sumaban 64 escaños. Según avanzó el escrutinio y subían los decibelios de la fiesta de Génova, el PP superó los 61 escaños y luego los 62, sumando ya 75 asientos en la Asamblea con Vox, mientras el bloque de la izquierda caía a 61 escaños. El PSOE, que en el 2019 ganó con Gabilondo las elecciones con más de 880.000 votos y 37 escaños, se situaba ya en los 26 escaños a las diez de la noche. Y aún no se había tocado fondo. Apenas media hora después, ya solo contaba con 25 diputados. Ya se empezó a mascar la tragedia, por tanto, y todos los números esgrimidos en la Moncloa resultaron papel mojado. El nefasto colofón de la noche, para el PSOE, fue bajar a 24 escaños, y ver

Ábalos admite el fracaso en atraer al electorado progresist­a y en escapar a la polarizaci­ón

La digestión del fiasco en las urnas será dura en la Moncloa y en la dirección del PSOE

se superado en votos por Más Madrid. El mal resultado de Unidas Podemos, y la inmediata dimisión de un Pablo Iglesias superado también por Vox, supone también una estocada para el Gobierno de coalición de Sánchez.

“Un desastre sin paliativos”, reconocier­on tanto en la Moncloa como resultado de la aciaga jornada electoral. “Y más que eso”, reconocían algunos dirigentes. Ayuso no solo arrasó en las urnas, como tenía prometido, doblando los resultados de hace dos años, sino que el PP sumó más escaños que la suma del bloque de la izquierda. Y la guinda del pastel fue el sorpasso de Más Madrid.

Llega ahora, por tanto, el momento de la difícil digestión para el PSOE, mientras Pablo Casado puede celebrar la victoria en Madrid en lo que considera una primera meta volante en su ruta hacia la Moncloa. El Gobierno, a la vista de la mayoría de los sondeos publicados hasta la cita con las urnas, ya se había puesto la venda antes de la herida y advirtió que los resultados del 4-M no serían “extrapolab­les a nada”. Y anoche Ábalos insistió en que estas elecciones “solo” afectan a la Comunidad de Madrid. Una región que, aseguró, “no representa al conjunto de España”.

Pero el fiasco electoral confirmó las alarmas disparadas en sectores del PSOE ante una campaña que considerab­an “errática y desenfocad­a”, por haber fijado primero el objetivo en el antiguo electorado de Cs, sin éxito, y solo después buscar un frente común con el bloque de la izquierda. También por la sobreexpos­ición inicial de Sánchez, que eclipsó a Gabilondo con una pugna cuerpo a cuerpo con Ayuso, en una comunidad donde algunos advirtiero­n que el presidente del Gobierno podía movilizar más a la derecha en su contra que a la izquierda a su favor. La digestión del 4-M será dura en la Moncloa y en la dirección del PSOE.

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Ángel Gabilondo, anoche, en su intervenci­ón tras conocer los resultados de su candidatur­a
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MARTA FERNÁNDEZ JARA / EP

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