El sentido de la burguesía
ARTUR SUQUÉ PUIG (1930-2021) Fundador del Grup Peralada
Nos ha dejado un amigo. No ha sido un adiós repentino, inesperado, desgarrador. Su despedida ha sido lenta, años de silencios y sonrisas, hasta apagarse la débil llama que todavía permanecía encendida. Han sido noventa años de vida plena y fructífera en múltiples facetas, que los medios de comunicación han puesto de relieve y recordado estos días.
Su vocación empresarial le llevó a fundar el holding Grup Peralada, integrado por varias ramas de actividad. Presidió el consejo de administración de Diario de Barcelona, del puerto de Barcelona o del Grupo Hispano Suiza, siendo miembro del consejo del Banco de España y La Caixa. Trabajador incansable, comparecía muchos domingos a última hora de la tarde en su casa, tras dedicarse enteramente a sus negocios.
Dio un gran impulso al juego a través de sus casinos, al tiempo que consolidaba la trayectoria histórica y monumental del Castillo de Peralada. Las colecciones de pintura, vidrios, biblioteca, iglesia y claustro gótico que atesora el castillo son joyas que enriquecen el patrimonio cultural de Catalunya.
Fundó, con su esposa Carmenchu, el festival que lleva el nombre del castillo, por el que han pasado renombradas orquestas y artistas mundialmente conocidos. Incluso se han presentado nuevas producciones de ópera, que han pasado posteriormente a famosos teatros europeos. El Festival de Peralada está considerado uno de los mejores del ciclo veraniego en Europa.
Su mismo compromiso empresarial y cultural le llevó también al mundo institucional, siendo cofundador y presidente del Cercle d’economia y patrono de su Fundación. Las reuniones de presidentes del Cercle, que se celebraron periódicamente en la sede social de su holding, fueron el origen de muchas ideas y propuestas políticas y económicas que el Cercle transmitía en sus Opiniones de Actualidad.
Fue un empresario profundamente comprometido con la sociedad en la que vivió, y desenvolvió sus actividades como digno sucesor de aquella burguesía creativa a la que debemos el Gran Teatre del Liceu o el Palau de la Música Catalana. En la presente situación de apatía y desconcierto generalizado, y con una burguesía que no acaba de tomar el relevo de sus antecesores, su capacidad y voluntad de mecenazgo y patrocinio de múltiples proyectos culturales y educativos lo convierte en referencia.
De carácter afable y conciliador, Arturo y Carmenchu fueron anfitriones con puertas abiertas a personas de orientaciones profesionales o ideologías diversas, que se sentían envueltas en la atmósfera de afecto y cordialidad que nadie como ellos supo transmitir.
Inmersos en una época de abandono y menosprecio de las buenas formas, hasta el punto de que un afamado periodista, Antoni Puigverd, se ha visto obligado a calificarlo en un brillante artículo de desaliño generalizado en la vestimenta, la vida política, el urbanismo, o la limpieza ciudadana, aún recordamos más a Arturo quien, con su esposa, hicieron siempre gala de una sencillez compatible con el refinamiento propio de una sociedad avanzada y cultivada en todos los aspectos.
Siempre hemos sostenido que no es cierta la afirmación tan repetida de que “nadie es insustituible”. Hay personas que han dejado tan alto el listón en su vida, que resulta difícil percibir que se les pueda emular. No obstante, estamos convencidos de que sus hijos Isabel, Javier y Miguel, con su propio estilo, darán continuidad y brillantez al legado recibido, del que sus amigos y todo el país se pueden enorgullecer.
Su voluntad de mecenazgo y patrocinio de proyectos culturales y educativos lo convierte en referencia