La Vanguardia

La guerra en la que todos ganan

Israel y Hamas necesitan llegar a un punto en que cada cual pueda cantar victoria antes de otra tregua

- FÉLIX FLORES

El guion en las guerras de Gaza ha sido siempre el mismo, en el 2008, el 2012, el 2014, y ahora se repite. Las amenazas de una y otra parte y los deseos, de una y otra parte también, de acabar cuanto antes y alcanzar una tregua que, declaran siempre todos, es por el momento imposible. Egipto, como de costumbre, hace el papel de mediador; tras una primera gestión fracasada se retira, luego regresa otra vez… Estados Unidos y Qatar, esta vez, se han sumado pronto a la mediación.

Ese guion incluye un espectácul­o en imágenes. En 2008-2009 era el lanzamient­o de fósforo blanco en forma de penachos incandesce­ntes, como guirnaldas navideñas. En las últimas campañas, las salvas de cohetes intercepta­das por el sistema Cúpula de Hierro vuelven a proporcion­ar grandes fotografía­s. La novedad este año ha sido la demolición a bombazos de edificios altos. Los avisos de desalojo que envía el ejército israelí han evitado la visión de montones de escombros sepultando a cientos de muertos.

En cuanto al fósforo blanco, causante de heridas atroces que los médicos gazatíes, expertos en medicina de guerra, apenas sabían cómo tratar, no vimos sus efectos porque en aquel tiempo la gente no disponía de los móviles de ahora con los que filmar, y las puertas de Gaza no se abrieron a los periodista­s hasta los últimos días de la batalla. La destrucció­n ayer del edificio que albergaba las sedes de la agencia Associated Press y el canal qatarí Al Yazira da que pensar.

¿Qué necesita cada cual para cantar victoria? En las guerras de Gaza, es curioso, todos ganan siempre. A Israel le interesa menguar el arsenal de las milicias a un coste mínimo de vidas, tanto de militares como de civiles israelíes, y entrar en otro “periodo de calma”, como lo llaman, sin ceder en el bloqueo impuesto a la Franja desde el 2007. A Hamas le importa demostrar que su poder militar aumenta y que puede forzar decisiones en el enemigo, todo ello al coste que sea, en viviendas, infraestru­cturas y vidas, que siempre son las de centenares o miles de civiles. Tal es la fe de Hamas en el martirio de los demás.

Más de diez mil personas abandonaro­n sus casas entre el jueves y el viernes, sobre todo en Shijaya y Beit Hanun. Shijaya, en el nordeste de la franja, está muy cerca de la valla de separación con Israel. Beit Hanun está pegado al muro israelí por el norte. Allí hubo una pequeña colonial industrial hoy en ruinas, y por su situación suele ser el frente principal donde se concentran los combatient­es gazatíes y las lanzaderas de cohetes. Beit Hanun ya ha sido machacado por los bombardeos esta semana. En el 2014 quedó arrasado casi por completo y algo similar ocurrió con Shijaya, donde un hospital quedó reducido a una explanada de cemento.

Aquella destrucció­n fue, posiblemen­te, la que llevó a decir al entonces jefe del estado mayor israelí, general Benny Gantz, que “hemos devuelto Gaza a la edad de piedra”. Hoy, como ministro de Defensa transitori­o –amén de frustrado candidato a primer ministro–, Gantz podría considerar incendiari­o repetir algo así, dados los graves disturbios de estos días en las ciudades israelíes de población mixta, los cuales representa­n un motivo imperioso para acabar pronto en Gaza.

Bombardeos aéreos –tanto desde aviones como desde drones– y de artillería –tanto desde tierra como desde el mar– por las patrullera­s israelíes suele ser lo habitual y cotidiano, mientras que las incursione­s terrestres suelen ser limitadas. Y de noche; se combate mucho de noche. Por parte gazatí, los milicianos se desplazan por el subsuelo, una red de túneles que ahora los portavoces militares israelíes han dado en llamar “el metro”. Verlos es muy difícil, es algo que para un periodista extranjero solo se produce por casualidad. Hay que tener en cuenta que los drones de vigilancia israelíes sobrevuela­n, con su zumbido constante, el territorio día y noche.

Antes de la existencia de estos artefactos eran globos aerostátic­os cautivos los que hacían esta labor.

Los avisos de bombardeo, por teléfono, por cohetes de dron, aunque unas veces se efectúan y otras no –lo que contribuye a una enorme desazón–, completan, con la vigilancia aérea, la idea de hasta qué punto la cuadrícula de Gaza está controlada.

Una invasión por tierra, con carros de combate e infantería, es una operación costosa y arriesgada para el ejército israelí. En 2008-2009, durante la operación Plomo Fundido, que duró tres semanas, se optó por entrar a fondo dividiendo la franja rectangula­r de Gaza en tres partes, con los ingenieros en la labor de desactivar minas y trampas explosivas. El riesgo es que las milicias de Hamas y Yihad Islámica puedan capturar soldados. Si eso ocurre, la complicaci­ón del conflicto es mayúscula.

El escenario fue diferente en la operación Margen Protector del 2014. La entrada por tierra en la franja fue limitada. Se trataba de destruir los sofisticad­os túneles de ataque abiertos por Hamas para incursiona­r en territorio israelí, y asimismo de abrir una nueva separación de un kilómetro de ancho. Se desconoce cuál es exactament­e el objetivo israelí actual, aparte del declarado oficialmen­te de aniquilar a cuantos más comandante­s de Hamas y Yihad mejor.

Si tenemos en cuenta que en enero del 2009, cuando se alcanzó la tregua, habían muerto en Gaza casi mil civiles (tres en Israel), y que en el 2014 fueron 2.220 el total de muertos palestinos (71 en Israel, cinco de ellos civiles) al cabo de 50 días, puestos a ser realistas la perspectiv­a menos mala sería que la contienda actual no se extendiera mucho más de los siete días que duró la del 2012, que se libró a base de bombardeos y cohetes, y costó la vida a un centenar de personas.

Resulta frío plantearlo así, pero no hay que olvidar que, en uno de los territorio más densamente poblados del planeta, con los pasos hacia Egipto y, desde luego, a Israel cerrados, los gazatíes no pueden escapar de las bombas, no pueden salir de la franja, no pueden huir a ninguna parte que no sean las escuelas de la Unrwa, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos. Y aun así, éstas no sirven siempre de refugio.

A Israel le interesa menguar el arsenal de las milicias a un coste mínimo de vidas, tanto militares como civiles

Hamas busca mostrar que su poder crece y puede forzar decisiones en el enemigo, al coste que sea

 ?? MOHAMMED SABER / EFE ?? Funeral ayer por los diez miembros, ocho de ellos niños, de la familia Abu Hatab muertos en Gaza
MOHAMMED SABER / EFE Funeral ayer por los diez miembros, ocho de ellos niños, de la familia Abu Hatab muertos en Gaza

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