Disturbios en París en una marcha propalestina no autorizada
La prohibición gubernamental de una marcha propalestina en París no impidió ayer que varios centenares de personas se manifestaran en la capital francesa para corear consignas antiisraelíes, atacar a la policía y destrozar mobiliario urbano. Los disturbios se concentraron en el barrio de Barbés, en el distrito XVIII, en el norte de la ciudad, fronterizo con Saint Denis y otros suburbios de la periferia con alta densidad de inmigración.
Hubo choques violentos con las fuerzas antidisturbios cuando éstas procedieron a disolver la manifestación con cargas, gases lacrimógenos y cañones de agua a presión. Como medida preventiva, se habían desplegado 4.200 policías y gendarmes. Pero estaba claro que los manifestantes más radicales, a los que suelen sumarse alborotadores anarquistas, los black blocs, o simples casseurs –individuos violentos dispuestos a provocar a las fuerzas del orden, causar destrozos y practicar el pillaje– no se iban a amilanar.
La justicia y el Consejo de Estado habían refrendado la orden del Ejecutivo de no permitir la protesta. El temor por el orden público pesó más que la libertad de reunión para rechazar la estrategia israelí en el estallido bélico de los últimos días y expresar su solidaridad con los palestinos.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, esgrimió como argumento de la prohibición que en ocasiones anteriores, como en el 2014, una manifestación propalestina en París degeneró en mucha violencia. Otra inquietud era que hubiera consignas antisemitas, algo delicado en un país muy sensible porque alberga la comunidad judía más numerosa de Europa, alrededor de medio millón de personas. Esta vez los gritos no incluyeron insultos o amenazas antisemitas. Sí se atacó al Estado hebreo (“¡Israel asesino!”) y se acusó al presidente Emmanuel Macron de “cómplice”, debido a sus declaraciones a favor del derecho de Israel a replicar a los misiles lanzados por Hamás, desde Gaza, contra territorio israelí.
Mientras que en París hubo mucha tensión, las manifestaciones que sí fueron autorizadas en otras ciudades de Francia se desarrollaron sin incidentes destacados. En Marsella desfilaron 1.500 personas en apoyo de los palestinos.
Macron y su Gobierno están sometidos a una fuerte presión de la opinión pública y de la oposición de derecha y de extrema derecha, que le acusan de demasiado débil en materia de seguridad ciudadana. De ahí que la gestión de situaciones como la de ayer sea difícil y que le llovieran críticas tanto si autorizaba la marcha de París como si no.