La larga mano del Kremlin
La interferencia rusa en las elecciones de 2016, en beneficio de Donald Trump fue confirmada por todas las agencias de inteligencia estadounidenses. Este fin de semana, además, continúan los problemas de suministro de combustible en estados de la costa este y sur del país, tras el hackeo del oleoducto que conecta Texas con Nueva Jersey. El FBI da por seguro que detrás está el grupo Darkside, que operaría desde territorio ruso. El presidente Joe Biden descarta por ahora que el gobierno de Rusia esté detrás. Sin embargo, todos estos indicios llevan a atribuir al Kremlin las misteriosas enfermedades que sufren los funcionarios estadounidenses en el extranjero. Muchos recuerdan el precedente de 1996, cuando EE.UU. derribó los dos pisos superiores de su embajada en Moscú por creer que estaban llenas de dispositivos de escucha. Algunos diplomáticos destinados entonces allí atribuyen a esa época el Parkinson que padecen hoy.