La Vanguardia

Once minutos

Las elecciones de Madrid ya forman parte del paisaje. Se han modificado expectativ­as, han rodado cabezas y se han cortado coletas. El detonante de esas elecciones contiene detalles muy interesant­es.

- Enric Juliana

Once minutos. Este es el tiempo que transcurri­ó, el pasado 10 de marzo, entre la firma del decreto de convocator­ia de elecciones en la Comunidad de Madrid y la entrada en el registro de la asamblea regional de la primera moción de censura a la presidenta Isabel Díaz Ayuso, firmada por los diputados de Más Madrid. Cuatro minutos después, el PSOE presentaba una segunda moción de censura, con el propósito de frenar el adelanto electoral. El reloj marcaba la una de la tarde.

La historia es conocida e incluso nos puede parecer remota, puesto que las elecciones madrileñas ya se han celebrado y su resultado está alterando de manera sustantiva la dinámica política del país. Han caído cabezas y se han cortado coletas. Once minutos. Esa carrera contra reloj, como recordarem­os, acabó en los tribunales. Las dos mociones de censura se presentaro­n después de la firma de la convocator­ia electoral, pero antes que ese decreto fuese registrado en la asamblea regional y apareciese publicado en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid. Se solicitó la suspensión cautelar de las elecciones, pero el Tribunal Superior de Justicia de Madrid desestimó tal petición, dictaminan­do que prevalecía el acuerdo político de disolver la asamblea.

Esos once minutos nos conducen a un lugar denso de la política española que podríamos llamar el Sudeste. No es una región oficialmen­te constituid­a, no es una comunidad autónoma, pero es un espacio realmente existente. Un espacio geográfico, económico y político que se articula alrededor de la demanda de agua. Almería, Murcia y el sur de la provincia de Alicante. Las huertas del río Segura, dependient­es del trasvase del Tajo, y la Almería secularmen­te sedienta que se ha hecho rica con la agricultur­a intensiva de los invernader­os. En el inescrutab­le Sudeste, región que no figura en los mapas, pero que tendría pleno sentido como comunidad autónoma, se ha forjado el cambio de dinámica en la política española. El PSOE quiso llevar a cabo un golpe audaz y se lanzó a la aventura sin la cartografí­a adecuada, cosa sorprenden­te en un partido tan experiment­ado. Los socialista­s fueron los primeros en querer cambiar el rumbo de la legislatur­a y les fallaron los mapas.

Esos once minutos empezaron con la fallida moción de censura en Murcia. Antes de que el PSOE moviese seis peones murcianos de Inés Arrimadas ,el Partido Popular ya tenía controlado el GPS de Ciudadanos. Desde hace meses, nada importante ocurre en el interior del partido naranja sin que lo sepan en la calle Génova. Ciudadanos dejó de ser un partido político autónomo, si es que alguna vez lo fue, después de la debacle de las últimas elecciones generales. A partir de ese momento, sus principale­s dirigentes se dividieron entre los partidario­s de aprovechar las necesidade­s aritmética­s del PSOE en el Congreso y los que empezaron a llamar a la puerta del Partido Popular. Mientras Arrimadas mantenía una aparente distancia de los fogones, sus dos hombres de confianza, Carlos Cuadrado y José María Espejo, pasaban a ser asiduos visitantes del palacio de la Moncloa, manteniend­o una interlocuc­ión constante con Félix Bolaños, secretario general de la Presidenci­a del Gobierno. Por el otro lado, Fran Hervías, secretario de organizaci­ón con

Albert Rivera, se convertía en estrecho colaborado­r de Teodoro García Egea, secretario general del PP, un hombre del Sudeste. Otros, como el polifacéti­co

Toni Cantó, portavoz de Ciudadanos en las Corts Valenciane­s, jugaban a dos bandas: de día pactaban abstencion­es con los socialista­s y de noche exploraban el futuro con los populares. Las bisagras siempre han sido frágiles en España. En este país, cuando las bisagras giran a la izquierda, se rompen.

9 de marzo del 2021. Media hora después de que los seis diputados de Ciudadanos firmen la moción de censura que debe derribar al presidente de la región de Murcia, Fernando López Miras ,el estado mayor del Partido Popular ya conoce la operación. No es una operación menor. Después de la doble moción en Murcia (comunidad y ayuntamien­to), pueden venir la Comunidad de Madrid y Castilla y León. Y también puede quedar en jaque la Diputación de Alicante, presidida por Carlos Mazón, llamado a ser el nuevo líder de los populares en la Comunidad Valenciana.

A las 00,30h. del 10 de marzo, el PP ya ha sido alertado por uno de los firmantes de la moción de censura murciana. Un mensaje vía Whatsapp pasada la medianoche. No será el único desertor. Díaz Ayuso es advertida de inmediato y el grupo dirigente de Madrid decide que la mejor defensa es la convocator­ia anticipada de elecciones, adelanto que ya planeaban en septiembre del 2020, antes de los graves rebrotes de la epidemia. Esta vez, Pablo Casado no puede oponerse a los impetuosos planes de Díaz Ayuso. Al contrario, Casado da luz verde: elecciones antes que perder Madrid y toda posibilida­d de ganar al PSOE en unas futuras elecciones generales.

El GPS de Ciudadanos está bajo control. A las 8.30 h de la mañana del 10 de marzo, senadores del PP alertan a Génova que los senadores de Ciudadanos por designació­n autonómica de Madrid (diputados regionales) han abandonado precipitad­amente la sede de la cámara alta en la plaza de la Marina Española para acudir a una reunión de partido. Aún no se ha dado a conocer públicamen­te la moción de Murcia. Desde Génova advierten al equipo de Díaz Ayuso que debe darse prisa. Se firma la convocator­ia electoral y las mociones reactivas de Más Madrid y el PSOE llegan once minutos tarde.

En el puente de mando socialista estaba el valenciano José Luis Ábalos, ministro de Transporte­s y secretario de organizaci­ón del PSOE. En el puente de mando de los populares, el murciano García Egea, asistido por Carlos Mazón, alicantino nacido en Murcia, que intentará escalar una posición de relieve en la política valenciana defendiend­o un mayor trasvase de agua del Tajo a la huerta del Segura. Preguntado sobre los acontecimi­entos en el Sudeste, el presidente de la Generalita­t Valenciana, Ximo Puig, ha dicho a La Vanguardia: “No me voy a pronunciar sobre un asunto sobre el que no fui consultado”.

España tiene una región geográfica y política que no es comunidad autónoma: el denso Sudeste

La maltrecha vida interna de Ciudadanos es escaneada a diario por el Partido Popular desde hace meses

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DANI DUCH Teodoro García Egea, secretario general del Partido Popular
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