Rezar por políticos tóxicos
En la interesante novela La sombra del padre del polaco Jan Dobraczynski (Palabra) sobre José de Nazaret, el autor pone en boca de la Virgen María la siguiente frase: “Puesto que ha hecho tantas cosas malas hay que rezar mucho por él“. Era la respuesta a los comentarios sobre las maldades y asesinatos cometidos de Herodes.
La Virgen es la perfección de la que tan lejos quedamos los humanos corrientes, pero una característica de los que siguen a Cristo es rezar por los gobernantes, sean quienes sean y al margen de su color político. Incluidos los que actúan mal o contra lo cristiano. Pocos días después de la aprobación de la ley de eutanasia en el Congreso escuché cómo un sacerdote pedía en una meditación que se rezara por aquellos 198 diputados que habían votado a favor de la ley a fin de que Dios les diera luz para que se calibraran la monstruosidad que habían respaldado y se arrepintieran. Me percaté, una vez más, de la grandeza del cristianismo.
Más reciente aún. La precampaña y la campaña electoral de las elecciones en Madrid han sido probablemente la más tóxica de cuantas hemos vivido en España. Y ya es decir. Descalificación absoluta del contrario, ofensas personales, reventar actos, desprecio de la verdad si ello erosiona al adversario. Dejo de lado las cartas-bala que sin duda son obra de algún pirado.
En partidos que gobiernan o han gobernado no faltan casos de corrupción ni de políticas tóxicas. El Gobierno de Pedro Sánchez se mueve en la línea de implantar ideología de género, ley trans, una ley de Infancia claramente antifamilia. No son asuntos exclusivamente religiosos, porque, por ejemplo, el significado del aborto y lo que hay en el seno de una mujer embarazada no lo sabemos por la teología sino por la biología, pero, cuando lo básico se ha desvanecido, el catolicismo es el último y principal baluarte de la Ley Natural y la dignidad humana, por lo cual se convierte en el blanco principal a abatir. También la ley Celaá (de la ministra de Educación y Formación Profesional) recorta el derecho de los padres a escoger el tipo de educación para sus hijos, junto al objetivo de dar una estocada mortal a la enseñanza concertada, que en España es católica en su mayoría. El que fuera vicepresidente Pablo Iglesias empujó cuando estaba en el Gobierno, luego desde fuera y se verá en el futuro.
No estamos mejor en Catalunya, donde los gobiernos de la Generalitat de los últimos años son tan relativistas como el de Madrid. Y, a su nivel, en Barcelona la alcaldesa de Barcelona Ada Colau va en la misma línea. Felicita a los musulmanes por el Ramadán o la fiesta del Cordero pero jamás lo hizo a los cristianos
Los cristianos no dejan de rezar por los políticos, pese que a menudo sus actuaciones van contra los valores defendidos por la Iglesia patronales pero además ha eliminado toda referencia religiosa del programa
por Navidad o Pascua. Impulsó un belén grotesco, eliminó toda referencia religiosa a las fiestas de la Merced o aceptó sin pestañear ni condenar palabras blasfemas de una pseudopoeta en el Saló de Cent en un acto institucional, en la entrega de los premios Ciutat de Barcelona.
Con todo, un cristiano pide a Dios por los gobernantes que le quieren mal. ¡Cuánto cuesta a veces!