La Vanguardia

La tarde-noche de los museos

La Nit dels Museus más corta llenó los aforos reducidos de este año con unos espectador­es que a cambio de no poder visitar tantos espacios expositivo­s pudieron ver las obras con comodidad

- JUSTO BARRANCO

Lo dice una visitante a las tres exposicion­es de La Virreina: “Más que la noche, este año ha sido el atardecer de los museos”. Y el titular también podría haber sido “La noche de los museos más relajada”. Si en anteriores ediciones La Nit dels Museus, la gran fiesta anual que permite visitar gratuitame­nte los centros expositivo­s de Barcelona, suponía para los ciudadanos toda una gincana de museo en museo hasta la una de la mañana, este año las puertas de las grandes exposicion­es cerraban a las diez. Y la visita en buena parte de ellos tenía que reservarse con antelación. Tenían plazas limitadas para respetar las normas de seguridad.

En 2019 el gran acontecimi­ento cultural movilizó a 168.171 espectador­es en Barcelona y las colas en cada centro eran tan notables como la abundancia de público en su interior. Ayer, en la primera Nit dels Museus semipostpa­ndemia –en todo caso sin Estado de alarma y con las plazas y calles de Barcelona llenas–, las cifras serán más modestas. No como queja, sino más bien como suspiro, la mayoría de visitantes que se adentraban ayer en el Macba, el CCCB o La Virreina, señalaban que no les daría tiempo a ver más que otra muestra antes de que se acabara la jornada. A cambio, la mayoría reconocían que la experienci­a de ayer, más relajada, con menos gente en las salas, les estaba permitiend­o ver mucho mejor las muestras.

El Macba por ejemplo tenía dos colas, una para los espectador­es que habían reservado previament­e entrada y otra, abultada, para los que no, a los que permitían entrar a medida que se vaciaban las salas durante cada franja horaria. Habían programado unos 350 visitantes cada 30 minutos, pero finalmente lograron que cupieran 3.648 entre las seis y las diez de la tarde. El director del museo, Ferran Barenblit, señalaba que se trataba de un año diferente pero que se vivía con enorme ilusión y en el que se veía un número sorprenden­te de familias y también de espectador­es muy jóvenes. Y recordaba que parte del tirón que tenían venía de la inauguraci­ón esta semana de la muestra que dedican a la colección Tous de arte conceptual, que ciertament­e impacta. Para empezar, la instalació­n de Carles Pazos que han instalado en La Capella dels Àngels y que ha llenado la bóveda gótica de bolas de discoteca, enanos de jardín repletos de telarañas o máquinas de videohorós­copos. Y para seguir, las salas dedicadas a obras como el Auschwitz de Francesc Abad, con la palabra marcada en la tierra, como se marcaba a los prisionero­s del campo, o como el enorme Supermerca­rt de Eugènia Balcells, una suerte de gran cortina en la que coloristas objetos están acumulados y ordenados en largas bolsas de plástico transparen­te a modo de gran muestrario. Desde condones de colores a guantes de plástico que este año no han escaseado.

El vecino CCCB tuvo que colgar también el cartel de no hay entradas para su fascinante exposición dedicada a Marte. Allí cabían hasta 200 visitantes por franja horaria, y además en el patio sonaba con muchos decibelios la última edición del festival Primera persona. Un Marte que siempre ha fascinado a los humanos, como recuerda esta muestra cuyas primeras salas parecen casi una película de ciencia ficción: esa estrella roja en la bóveda celeste ha sido un Dios telúrico desde los inicios, también de la guerra, más modernamen­te hemos temido la invasión de sus habitantes y hemos fantaseado con que fuera nuestro planeta B y, finalmente, se ha convertido de nuevo en un espejo de nuestro futuro, porque allí hubo vida y desapareci­ó y hoy en plena emergencia climática podemos aprender de él.

Si en el Macba o el CCCB era necesario reservar entrada, no lo era en el cercano Palau de la Virreina, que quizá porque ya es gratuito habitualme­nte

En el Macba se permitía entrar a los que no habían reservado entrada a medida que salían los que sí

tampoco registró colas. Allí, aprovechan­do su muestra dedicada al poeta, artista y activista Nanni Balestrini, se montó un recital poético que se inscribía también dentro del Festival de Poesía de Barcelona y al que no le faltaron fieles para una poesía reivindica­tiva y que jugaba con las voces de las oficiantes, aullidos incluidos: “Cada día necesita una limpieza completa de sangre”, se oía, y era inevitable no pensar en la muestra que había abierto esta peculiar tarde-noche, con exorcismos incluidos. En el Arts Santa Mònica, a las seis de la tarde, la consellera Àngels Ponsa había inaugurado la instalació­n Dimonis, de Cabosanroq­ue. Una mirada al Jacint Verdaguer al que la enorme crisis social, económica y de valores que vive la Barcelona de finales del XIX y que conduce a la gente al espiritism­o –se practicaba hasta en 900 espacios en la ciudad y hubo un congreso internacio­nal–, a él, religioso, le lleva a sesiones de exorcismos en la calle Mirallers. Que anota en cuadernos de los que Laia Torrents y Roger Aixut, los Cabosanroq­ue, han partido para una instalació­n que combina vídeo, sonido, flotadores de animales, somieres con cadenas y reflexione­s de pensadores. Sin duda, al momento actual tampoco le faltan cuestiones que exorcizar.

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MANÉ ESPINOSA
 ?? MANÉ ESPINOSA ?? En la colección Tous Algunos de los visitantes del Macba ayer para ver la nueva muestra de arte conceptual
La poesía hace daño Un momento de la intervenci­ón poética que se celebró en el patio del Palau de la Virreina
MANÉ ESPINOSA En la colección Tous Algunos de los visitantes del Macba ayer para ver la nueva muestra de arte conceptual La poesía hace daño Un momento de la intervenci­ón poética que se celebró en el patio del Palau de la Virreina

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